Estamos cerrando 2019 con evidencias de un gobierno débil e incapaz, muy alejado de los postulados juaristas y de la izquierda progresista y democrática.

Los efectos de varios episodios relevantes ejemplifican una parte de esa esencia neoconservadora.

La cacareada y festejada firma del T-MEC por parte del gobierno de AMLO, y su precipitada aprobación unánime por el Senado, se vio ensombrecida con la revelación de un burdo intervencionismo en México, violando nuestra soberanía nacional con el aval del gobierno mexicano.

El subsecretario para América del Norte, Seade, ante preguntas expresas de varios senadores reconoció que los mecanismos e instrumentos de aplicación, monitoreo y seguimiento de los contenidos del tratado en las materias laboral, ambiental y de los porcentajes de contenidos de aluminio en los productos mexicanos de exportación, se negociarían y precisarían después. Es decir, se forzó la firma del T-MEC sin haber acordado “las letras chiquitas” del mismo. Todo por satisfacer las exigencias -siempre amedrentadoras- del gobierno de Trump. ¡El Senado no debió haber aprobado un texto tan laxo y ambiguo! Ahora estamos viendo las consecuencias.

Y aunque la detención de Genero García Luna en EU compitió con la noticia de la firma del T-MEC en México, se trata de hechos íntimamente vinculados. La información de dicha captura se conoció en el gobierno de AMLO minutos antes de la mencionada firma trinacional. ¿Casualidad? No parece.

Lo de Genaro es y seguirá siendo un instrumento de presión de Estados Unidos contra el gobierno mexicano. Las implicaciones de las informaciones que el extitular de la Secretaría de Seguridad Pública le ha entregado a las autoridades gringas son aún inciertas, dada la multiplicidad de redes que este personaje tejió durante los sexenios de Fox, Calderón y Peña, no solo con funcionarios de esos gobiernos, sino también con personajes relevantes de la autodenominada 4T.

AMLO ha pretendido aprovechar este hecho para ocultar el fracaso de su estrategia de combate a la inseguridad y para amenazar veladamente a sus opositores internos, políticos y periodistas, supuestamente vinculados al ex jefe policiaco.

Estamos ante la actuación de un gobierno débil y temeroso ante el vecino del norte, que cede a todas sus presiones (le tomaron la medida al imponernos su política migratoria bajo la amenaza de no firmar el T-MEC). Ahora se firmó un tratado violatorio de nuestra soberanía. Dócil ante EU, autoritario con sus gobernados. Débil y rendido ante el crimen organizado; duro con sus adversarios políticos.

El tratado no producirá milagros para levantar nuestra estancada economía, sino que se requiere una fuerte inversión fija bruta gubernamental para dar confianza a los privados, además de seguridad pública y seguridad jurídica. Menos se relanzará la actividad económica con estos vaivenes y un acuerdo que quizá EU no aprobará este año. Así, terminaremos 2019 con cero crecimiento, por la incapacidad de este gobierno que; además, mantiene al país con altos índices de sangrienta inseguridad, desabasto de medicinas en clínicas del sector público, recorte de presupuestos a la educación, la ciencia, la tecnología, y la cultura.

Y si tenemos en cuenta la condescendencia oficial con las iglesias, la distribución de la llamada “cartilla moral” por los evangélicos, el adoctrinamiento del ejército electoral de AMLO (los “Servidores de la Nación”) por pastores religiosos y la pretensión de eliminar la separación Estado-Iglesias, gloriosa herencia de Benito Juárez, según la iniciativa de ley presentada en el Senado, entonces estamos ante un gobierno que de juarista no tiene nada, como tampoco de nacionalista ni de izquierda.

Urge defender la laicidad del Estado, fundamento de la democracia, y nuestra soberanía nacional. Hacerlo ahora y prepararnos ya, para cambiar la correlación de fuerzas en el 2021, mediante la construcción de un amplio abanico de alianzas.

Exdiputado federal

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