A tres años del gobierno actual podemos decir que no ha habido improvisaciones ni ocurrencias, sino que se ha ido aplicando y cumpliendo sistemática y puntualmente su programa de gobierno establecido en el Plan Nacional de Desarrollo de 2019. Su transformación del país consiste en desmontar todas las instituciones democráticas y republicanas, así como revertir derechos ciudadanos y libertades políticas y civiles que se conquistaron durante largas luchas de las fuerzas opositoras al viejo sistema autoritario.

El gobierno actual pretende pasar a la historia desmantelando todo lo que para él es obra del neoliberalismo. Está convencido de que va a acabar con la pobreza mediante sus programas sociales; que combatirá la inseguridad al acabar con “las causas sociales” que la generan, más no con el uso de la fuerza para desarticular de las bandas del crimen organizado (“abrazos, no balazos” y hasta hacerlos sus aliados); que ataca la corrupción con “cartillas morales”, las amenazas de la UIF y las denuncias cotidianas en las diarias conferencias contra sus adversarios; que combate los privilegios de unos cuantos al concentrar en el gobierno las compras de medicamentos (no importa que haya miles de muertes como “daños colaterales”), la construcción de las grandes obras por “las incorruptibles” fuerzas militares y la expropiación de los bienes de inversionistas privados en el sector energético para manejar todo desde las paraestatales.

En ese mismo tenor, los ataques sistemáticos y persistentes contra los organismos autónomos hasta desaparecerlos o asfixiarlos presupuestalmente porque fueron creados en “el periodo neoliberal”, así como la embestida contra las universidades autónomas y los órganos de investigación y excelencia académica, por haberse “derechizado”, tienen como base su convencimiento de que no son “buenos” para el pueblo y que deben desaparecer o quedar bajo el control del gobierno, en tanto que representante y depositario de los anhelos de la mayoría nacional.

El INE, Inai, Coneval, Inegi, Cofece y ASF son una onerosa carga para las finanzas gubernamentales y un estorbo para el cumplimiento de sus metas, por lo cual no tienen razón de existir o hay que pasar por encima de sus controles que solo obstaculizan los programas con tanta reglamentación burocrática y engorrosas licitaciones públicas. Por ello declara los proyectos gubernamentales como “asuntos de seguridad nacional” para eludir los controles de una sociedad civil hostil defensora de los conservadores. El feminismo es una moda neoliberal, según su concepción.

En la misma tónica, no hay razón para apoyar a las empresas privadas que tuvieron que cerrar por la pandemia: que se rasquen con sus propias uñas, ya que acumularon demasiada riqueza durante el largo periodo neoliberal. Los nuevos millones de pobres son, también, daños colaterales y serán atendidos con sus programas sociales. El aspiracionismo de las clases medias es expresión de la descomposición del viejo régimen.

Igualmente, el sistema electoral vigente debe ser desmontado porque es muy costoso. Tanto el financiamiento al INE como los recursos públicos a los partidos políticos deben disminuir drásticamente o desaparecer. Al fin de cuentas con el triunfo de la actual fuerza gobernante ya se conquistó la anhelada democracia. Por ello mismo, hay que eliminar las diputaciones y representaciones plurinominales en todos los órganos del Estado, porque también cuestan mucho.

Ese es su plan gubernamental. Pero este proyecto está inspirado y movido por una concepción autoritaria, concentradora del poder absoluto en una sola persona. Eso significa la asfixia de la democracia, de las libertades en todos los terrenos, la paralización de las capacidades y potencialidades de una sociedad plural y compleja, y es la muerte de la ciencia y la inteligencia de México. Por ello la militarización es consustancial a estos objetivos.

Sus consecuencias son las que estamos viendo a tres años de gobierno: una verdadera tragedia nacional en todos los ámbitos. Este no puede ser nuestro destino fatal. En el 2024 hay que acabar con esta pesadilla que alguna vez prometió ser un sueño esperanzador.

Presidente nacional del PRD

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