Hace un año, en este mismo espacio, se señalaron los factores que anticipaban un mal desempeño de la economía mexicana (“La otra Agenda: Cuarto arranque fallido”). Esos factores, todos internos, se fueron materializando con el transcurso del año. De nuevo, para 2023 las perspectivas son muy desalentadoras, por quinto año consecutivo. Ahora causas externas adquieren la mayor relevancia en la explicación.

La contradictoria realidad económica que vive el mundo fue documentada por Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal de EUA. La semana pasada señaló que, todavía, en EUA existen más de 3.5 millones de puestos de trabajo no ocupados, y que paradójicamente, hay personas sin empleo que no son aptas para ocuparse, o que no quieren hacerlo. El dilema para la economía estadounidense es que, al mismo tiempo la inflación es alta, lo que exige aumentos adicionales de la tasa de interés en EUA. En ese sentido, la Conference Board señaló que “la debilidad económica se intensificará y expanderá por toda la economía estadounidense en los próximos meses, con una recesión que iniciará a principios de 2023”; así o más claro. Ayer, la encuesta de Bloomberg entre economistas coincidió que la probabilidad de recesión en EUA aumentó a 70%.

La implicación para México es que aún suponiendo que los factores internos no se deterioren más por la creciente incertidumbre política, las perspectivas de la economía internacional imponen un escenario recesivo con altas tasas de interés. En ese panorama, el Banco de México habrá de continuar con aumentos de la tasa de interés, pues un desacoplamiento respecto a la Reserva Federal pondría presión al peso. La estabilidad de la moneda mexicana es un objetivo fundamental de la política monetaria de Banxico.

México vive un periodo de gran descontrol en todo. En política, entre balbuceos, ofensas, pausas y pleitos gratuitos, el entrampamiento es total. El inaudito ataque contra el INE; el relevo en la presidencia de la SCJN, que habrá de pronunciarse sobre la inconstitucionalidad de la reforma electoral. Todo ello genera más y más incertidumbre para los ciudadanos.

En economía, las fallas se multiplican: la incapacidad del gobierno (rezagos en trámites, caídas de los sistemas, ataques cibernéticos); la banca, con crédito inaccesible o a costos (CAT) muy altos; telecomunicaciones exhiben sus deficiencias; transporte público colapsado; entre otras calamidades. El crimen organizado está cada día más extendido y acechante. El deterioro de la seguridad ha alcanzado otro grado de violencia, ejemplificado por el atentando contra Ciro Gómez Leyva. Los partidos políticos viven en la locura, en especial el PRI. La tragedia humana en migración se agudiza día con día. Todo esto hace lo cotidiano en extremo difícil y disfuncional, una pesadilla para muchos. El descontrol generalizado es el signo distintivo de este momento mexicano.

Ese descontrol abarca también la relación de México con el resto del mundo: el inexplicable berrinche de AMLO con España, el galimatías con Perú, las escaramuzas inagotables con EUA en torno al TMEC, y muchas más.

Se enfrenta un quinto año muy adverso, inédito debido a la combinación de lo externo y lo interno. ¿Cuál es límite de la polarización? ¿Cuánto más va a aguantar el tejido social sin refugiarse en la violencia?

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Presidente de GEA Grupo de Economistas y Asociados / StructurA