En tres años muchos mexicanos hemos agotado los calificativos aplicables a la 4T. La realidad que se enfrenta requiere describirse de alguna manera. La pandemia que no cede y las vacunas que no alcanzan; un gobierno que solicita al INE hacer una consulta conforme a la ley, pero que no le da los recursos que se requieren para realizarla. La inacción frente al cambio climático, la falta de recursos para atender los problemas de falta o exceso de agua de calidad. Un país de 126 millones de habitantes con un sistema público de salud derruido. Una política de seguridad pública que a todas luces no alcanza los resultados mínimos necesarios. Autoridades migratorias y policiacas que golpean y extorsionan a migrantes en la frontera sur y a paisanos en la frontera norte.

¿Qué calificativo aplicar a la política de división, polarización y rencor impulsada desde la Presidencia de la República? ¿Qué calificativo aplicar a la negación de la creciente expropiación que el crimen organizado realiza del territorio nacional? ¿Cómo considerar el encono como móvil de la política de la 4T? ¿Cómo calificar una labor legislativa a partir del ejercicio iracundo de las mayorías? ¿La práctica política de la 4T es congruente con una agenda de izquierda verdadera y efectiva? ¿Está México condenado a vivir en esta irracionalidad?

Por lo pronto, cada vez más mexicanos caen en el error de considerarla como resultado del pensamiento de “izquierda” de la 4T. Esto representa un costo altísimo para el futuro de México, porque la irracionalidad deriva de errores administrativos y políticos. Se extiende la confusión: lo irracional como lo de izquierda.

Esta semana Chile recordó que hay otras verdaderas políticas de izquierda capaces de impulsar un desarrollo menos desigual para países como México. En su discurso del triunfo, el presidente electo Gabriel Boric señaló que “un crecimiento económico que se asienta en desigualdad tiene pies de barro” y “que desestabilizar las instituciones democráticas conduce directamente al reino del abuso, la ley de la selva, y el sufrimiento y desamparo de los más débiles”. México es testigo de ambas sentencias. El proceso democrático por el cual Boric llegó a la presidencia muestra que son posibles la negociación y la concertación democráticas, hacia un acuerdo social sustentable, basado en la conciliación —que no en la división— a partir de reconocer diferencias raciales, de género, étnicas, sociales y económicas, para cerrarlas no para negarlas o exaltarlas.

Décadas de crecientes desigualdades en la economía global, hacen que en América Latina regímenes políticos se muevan hacia la izquierda populista. No es de sorprender lo que sucede en Argentina, Perú, Bolivia, Honduras y México. Chile viene a confirmar este nuevo balance de corrientes y fuerzas políticas, pero en una lógica de racionalidad, sin provocar conflicto, sin proponer soluciones irreales, conscientes del gradualismo, basados en la conciliación política.

Es una esperanza para que surja una izquierda con sentido, consistente con el sentir de millones de personas en el mundo, racional y funcional.

Presidente de GEA Grupo de Economistas y Asociados / StructurA

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