En la reflexión sobre México predomina la atención a sucesos recientes, casi en tiempo real, por ejemplo, a la detención de capos, disputas familiares judicializadas, y consultas políticas inconsecuentes. Todo esto salpicado de eventos continuos de una inexplicable escaramuza con España.

Son pocos los asuntos cuya relevancia para México y los mexicanos sea de mediano plazo y que hoy sean expuestos y analizados. Nuestros descendientes podrán hacernos un reclamo válido y sentido por este abandono imperdonable.

En el horizonte temporal que atañe a futuras generaciones se ubica, por ejemplo, la extensión y calidad de la educación, sus principios y modalidades; la salud pública y su vínculo con la tecnología médica y con modos de financiarla; entre muchas otras.

Dicho de otra manera, la reflexión colectiva es miope y parroquial en extremo. De ésta resulta un pensamiento incompleto y anacrónico, que mutila la posibilidad de que el país mejore y avance. Para determinar qué corresponde hacer hoy, debe visualizarse el punto de llegada, ¿cómo será México en 2040-2050, cuando menos? A su vez, para esto se necesita atreverse a anticipar las características y la situación global de entonces, el estado del mundo. Se requiere determinar las restricciones del simplex del ejercicio de optimización.

 ¿Cuáles serán los alcances de la ciencia y la tecnología para entonces, y cómo podrán aplicarse para beneficiar a los mexicanos, que serán 148.2 millones más 76 millones viviendo en EU? ¿En qué modalidades operará la globalización? ¿Qué términos de coexistencia habrán encontrado los impulsos por fortalecer identidades nacionales y regionales con los incontrolables procesos de interacción entre individuos? ¿Cuál será el grado de adelanto de las acciones colectivas para lograr las metas de contención y remediación del calentamiento global? ¿Qué nuevas estrategias de reducción de la pobreza global y de compresión de diferencias entre grupos humanos se observarán? ¿Cómo se habrá contenido o acotado la multiplicación de gobiernos populistas en el orbe? ¿Cuál será el nuevo equilibrio de poder internacional y sus implicaciones para el riesgo de conflictos bélicos?

¿Cómo se dará el proceso de la transición energética y qué fuentes de energía serán las predominantes en un mundo con una creciente demanda de energía? Para 2040 el planeta requerirá 37% más energía que la actual (IEA). ¿Cómo lidiar con la escasez de agua? 60% de la población enfrentará problemas relacionadas con este líquido (OCDE). ¿Qué implicaciones tendrán los crecientes flujos migratorios entre países y regiones en la provisión de servicios públicos, educación y empleos? Más aún, ¿qué impacto tendrá en la calidad de vida la creciente urbanización en megalópolis, en particular de las “ciudades inteligentes”?

Ante esa realidad, ¿cuál es la visión sobre México y cómo nos estamos preparando? Frente a las tendencias globales, no hay voluntarismo que funcione.

 Estas son algunas de las cuestiones a reflexionar para determinar dónde se ubicará México ahí y entonces, su composición por edad, escolaridad, religión, interacción con sus familiares en América del Norte, ocupación, pobreza y distribución del ingreso, libertad de expresión y democracia, su arreglo migratorio y su coexistencia con el crimen organizado.

 Son asuntos de máximo interés para los mexicanos, que se pierden en la cotidianidad establecida por la 4T. Esas son las cuestiones acerca de las que deseamos escuchar de nuestros liderazgos, gubernamentales, intelectuales, empresariales y de otras esferas. Esas y otras constituyen parte de la “Otra Agenda” que buscamos identificar aquí. Pero para lograrlo deberíamos pensar en términos globales y a plazos largos, lo que no se está haciendo. Es tiempo de corregir la omisión. 

Presidente de GEA Grupo de Economistas y Asociados / StructurA

Google News

TEMAS RELACIONADOS