En memoria del juez federal Uriel Villegas Ortiz,
por su gran amor por México

Los gobernadores de la oposición se sitúan ahora como un actor principalísimo para la elección de 2021, el futuro de Morena, y de López Obrador. Quizá esto debió haberse anticipado antes, pero el tsunami electoral de 2018 fue tal (sobrerrepresentación de 18% en la Cámara de Diputados), que muchos aspectos de la nueva realidad democrática de México sólo afloraron conforme avanzó el nuevo gobierno. El gran potencial político de los gobernadores de la oposición se viene manifestando desde sólo hace poco, aunque a ritmo creciente. Hoy se sitúa como el elemento más activo de la oposición a Morena, más que los liderazgos de los propios partidos PAN, PRI, PRD y MC.

En lo que va del sexenio se ha dado un desencuentro constante entre el gobierno federal y los gobernadores de oposición. La litis es abundante: superdelegados, participaciones en recaudación, abasto de medicamentos, Insabi, energías renovables, Cenace, políticas de Sener, manejo de la pandemia (atribuciones y responsabilidades de federación y estados), regreso a la nueva normalidad, bloque opositor amplio (BOA), negativa de avales de Hacienda a deuda estatal, impuesto al combustóleo, además de un sinfín de agravios personales (por ejemplo, silbidos en mítines).

Hasta ahora, los gobernadores de la oposición han ido decantando los múltiples puntos de coincidencia entre ellos, frente al Gobierno Federal. Sin embargo, no todos son igual de vocales o activos al manifestar sus discrepancias políticas con Morena, porque están encorsetados por dos dimensiones. Primera, por la precariedad financiera de sus entidades, que inevitablemente los doblega frente a AMLO. Los ingresos propios de los gobiernos estatales gobernados por la oposición representan apenas 10.5% de sus ingresos totales, por lo que cubren 7.0% de su gasto total con deuda. Segunda, por su vulnerabilidad política, en esencia debido a que sus partidos no tienen mayoría en los congresos locales, en general dominados por Morena, y porque con frecuencia los gobiernos de los principales municipios de sus entidades están en manos de Morena.

Los gobernadores con mayor fragilidad financiera son: Guerrero (PRI), Michoacán (PRD), Tlaxcala (PRI), Nayarit (PAN), Oaxaca (PRI), Hidalgo (PRI), y Zacatecas (PRI). Los gobernadores con mayor vulnerabilidad política son: Baja California Sur (PAN), Colima (PRI), Guerrero (PRI), Michoacán (PRD), San Luis Potosí (PRI), Sinaloa (PRI), Sonora (PRI), Tlaxcala (PRI), y Zacatecas (PRI).

Además, la aprobación de la gestión de varios gobernadores de la oposición muestra una gran varianza. Los tres mejores son los de Yucatán (PAN), Sinaloa (PRI) y Querétaro (PAN), y los tres peor evaluados son Colima (PRI), Estado de México (PRI), y Oaxaca (PRI) (Mitofsky).

La combinación de esas debilidades explica la integración de los grupos de gobernadores de la oposición. Por una parte, el “aguerrido”: Chihuahua, Coahuila, Colima, Durango, Guanajuato, Jalisco, Michoacán, Nuevo León, y Tamaulipas. Por otra, el grupo de los silentes, integrado por Campeche, Guerrero, Hidalgo, Estado de México, Nayarit, Oaxaca, San Luis Potosí, Sinaloa, Sonora, Tlaxcala y Zacatecas.

Es muy probable que, si se considera la coincidencia entre ellos de múltiples asuntos frente al gobierno federal de Morena, varios desearían ser más proactivos en la oposición, pero no pueden por sus restricciones. La elección de 2021 requerirá soluciones locales, para resolver la problemática nacional. Además de la renovación de la Cámara de Diputados, se disputan 15 gubernaturas, todas de la oposición salvo una. En todo caso, los gobernadores están llamados a desempeñar un papel esencial en la elección de 2021. Por definición, son referentes políticos centrales, por lo que su ineludible actuación para coaligar la oposición frente a Morena es cosa de tiempo.

Presidente de GEA Grupo de Economistas
y Asociados / StructurA

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