En las elecciones del 6 de junio del año entrante se jugarán muchas cosas. Serán las más grandes de la historia nacional y el Presidente las ve, por el número de cargos a elegir, como un referéndum de su gobierno. Él desea ganar el mayor número de las 15 gubernaturas que se van a elegir y asegurar la mayoría en la Cámara de Diputados, lo que le permitiría, en sus últimos tres años de gobierno, conservar el control del dinero público a través del presupuesto, en buena medida para el mantenimiento de sus programas sociales y obras emblemáticas.

A su vez, la oposición busca justo lo contrario: quitarle la mayoría en Diputados. Para ello, sorpresivamente han hecho una alianza electoral parcial. Con los resultados de las elecciones de 2018, en donde no les fue bien al PRI ni al PAN, y mucho menos al PRD, de haber existido una coalición entre estos tres partidos hubieran ganado 114 de los 300 distritos y, con ello, muchos más Diputados que en el actual Congreso. Si además se suma que ahora el Presidente no estará en la boleta, que Morena no logra consolidarse como partido político eficiente, que el gobierno federal trae desgaste en varios temas y las decenas de miles de muertes por el Covid-19 y la inseguridad, por lo menos matemáticamente la alianza PRI-PAN- PRD puede hacer que el Ejecutivo pierda su amplio control en la Cámara Baja. Para ello, será clave que la oposición seleccione candidatos competitivos.

Se ve que Morena y el gobierno federal están preocupados por la alianza electoral de oposición, pues: a) desde el domingo lanzaron un spot en redes sociales denostando la alianza. Video, por cierto, con muchas imprecisiones, cuyo objetivo central pretende hacer ver a todos los del PRIANRD como corruptos y, b) el Presidente comentó ayer en la mañanera que, contrario a lo que mandata la ley, seguirá hablando de temas electorales.

La oposición tiene que buscar candidatos competitivos, que no traigan lastre a las contiendas y hacer sus campañas en temas locales-regionales. Así fue como el PRI ganó en las elecciones de este año en Hidalgo y Coahuila. Lo ideal para ellos es repetir la fórmula. Morena, por su parte, dada su profunda división regional y falta de cuadros, tendrá que anclar su campaña en la buena evaluación que tiene el Presidente, a la par de cuidar que morenistas que pierdan procesos internos no migren a la oposición, tal como le sucedió al PRD y antes al PRI.

En las próximas elecciones los gobernantes también van a usar el “aparato de Estado” para fines electorales. Ahí está el ejemplo de la Fiscalía de Chihuahua, buscando órdenes de aprehensión contra los punteros a la gubernatura de Morena, Cruz Pérez Cuéllar, y del PAN, Maru Campos, alcaldesa de Chihuahua, ambos rivales políticos del gobernador Corral.

A su vez, a nivel federal han surgido acusaciones contra priistas del pasado y varios panistas que están en funciones. La duda será si las denuncias son basadas en delitos reales, o son armados para denostar al rival electoral. Parece que los políticos usarán, como hace décadas no sucedía, el aparato para descarrilar a sus oponentes.

Finalmente, los partidos no van a dejar que el INE pase ninguna nueva regla para perfeccionar elecciones venideras: no quieren cuota mínima de género, tampoco que los diputados pidan licencia para evitar la tentación de usar recursos públicos, ni que se reglamente la sobrerrepresentación en la Cámara de Diputados. Ante la incertidumbre, quieren que todo permanezca igual para concentrarse en la operación electoral. Las elecciones venideras serán un cochinero.

Twitter:@JTejado