Citigroup

sí está llevando a cabo una estrategia de venta de activos de sus filiales locales en banca de consumo en la que primero anuncia la desincorporación, luego inicia el proceso y, meses después, notifica al comprador. Así, en abril del año pasado presentó un plan para salirse de 13 mercados. Su filial de Australia la compró el National Australian Bank; la de Filipinas, el Union Bank of the Phillipines, y la de China, el Taiwan’s Fubon Financial Holding. En todos estos países, el plazo entre el anuncio de la venta y la compra rondó los cinco meses.

Pero en México, muchos actores del gobierno, todos ellos muy relevantes —aunque sin injerencia formal en la autorización de estas operaciones— han salido a opinar. Así, han declarado desde el canciller Marcelo Ebrard, pasando por el jefe de Inteligencia Financiera, el líder de los “empresarios de la 4T ” y hasta el Presidente de la República. Sus declaraciones van desde quedarse con activos culturales del banco ( Fomento Cultural Banamex ) en una especie de “cobro a lo chino” por el Fobaproa de 1995, a que sea un banco controlado por el Estado y hasta que sea uno “mexicanizado”.

Lo que van a provocar todas estas declaraciones, como en otros temas del actual gobierno, es incertidumbre a inversionistas privados y, particularmente, a los extranjeros que no entienden cómo funciona la estrategia comunicacional de la 4T. Por ello, tenga usted por seguro que tanta declaración ocurrente de funcionarios de primera línea hará dudar a actores serios del extranjero en participar en el proceso, a la par de que a los actores mexicanos que conocen el proceder de la 4T se les beneficia. De hecho, todos los directivos de bancos mexicanos que podrían estar interesados son integrantes del Consejo Asesor del Presidente: Carlos Slim (Inbursa), Carlos Hank (Banorte) y Ricardo Salinas Pliego (Banco Azteca).

Desde luego, es de preferir inversionistas serios nacionales sobre los extranjeros, pero no con ventajas que hagan que el precio de un activo se devalúe, lo que hará también que el Estado mexicano recaude menos impuestos por la operación.

También, no deja de ser sorprendente que el actual gobierno no ha dado cuentas claras de qué pasó con el dinero de los fideicomisos públicos que concentraron en la SHCP , luego de un cambio de leyes. Así, no sabemos con certeza cuál fue el destino de miles de millones de pesos, y además quieren quedarse con las casas históricas, cuadros, joyas y miles de piezas prehispánicas de Banamex.

Todas estas declaraciones de funcionarios, más si abren la puerta a un movimiento social, pueden acabar en que el gobierno revoque el mandato que tiene Banamex sobre esas piezas. Con ello, al ser éstas propiedad de la Nación, regresarían a la custodia del gobierno. Un tema por demás polémico y también, hasta ahora, absurdo, dada la seriedad con la que Banamex ha cuidado su gran acervo cultural a lo largo de sus cuatro propietarios: los Legorreta, el gobierno, Alfredo Harp-Roberto Hernández y, ahora, Citigroup.

Hubiera sido más sencillo que Citigroup se quedara con su fundación y no la pusiera en venta. Todavía puede cambiar de estrategia, pero me parece que a la 4T le han puesto un manjar muy apetecible que difícilmente dejará ir: rescatar el patrimonio cultural mexicano en manos de los extranjeros.

A ver qué sucede. En buena medida, lo que le pase al patrimonio dependerá de quién sería el nuevo dueño y de si éste, repito, es mexicano o no, pero todo ello podría devaluar la operación de Banamex en México.

Twitter: @JTejado

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