El caso de la desaparición y luego feminicidio de Debanhi Escobar es de los temas que más tráfico ha generado este año en los portales de medios de comunicación en México. Desde que desapareció, el 9 de abril, hasta su localización, el 22 de abril, varios de los principales sitios informativos del país han registrado millones de visitas. En redes sociales, la conversación relacionada ha generado un alcance de 347 millones de personas en un mes.

En un país con tantas mujeres desaparecidas —847 en lo que va del año, según algunos reportes— surgen dudas de por qué el caso de Debanhi acaparó la atención nacional: ¿por su última y “artística” foto en la carretera antes de desaparecer? ¿Por lo mediática que fue la familia, en particular su padre? ¿Porque las imágenes de ella muestran una joven y hermosa mujer? ¿Porque sucedió en Nuevo León, en donde estos temas nunca se habían mediatizado? ¿Por las malas reacciones del gobernador y de la fiscalía? ¿O porque el caso de Debanhi fue la gota que derramó el vaso ante una creciente violencia de género en el país y la incapacidad de las autoridades estatales para lidiar con ellos?

Como sea, las encuestas más recientes de El Financiero y Reforma apuntan a que la mayoría de la población, hasta 81% de los encuestados, piensa que la violencia de género ha aumentado. Pero la percepción no es sólo que se ha incrementado, sino también que estos casos —desaparecidas y asesinadas—, no son resueltos.

Al contrario, como en el caso de Debanhi, cuya familia tuvo que hacer una segunda necropsia para encontrar pruebas de lo sucedido, cuando las investigaciones avanzan es en buena medida por el tesón de las familias de las víctimas, y no por el trabajo de las autoridades. Esa es la constante.

Un tema que ha llamado la atención a las autoridades federales que investigan el caso es el de los tenis Converse que usaba la joven. No los traía puestos en la cisterna donde apareció su cuerpo. Raro, haberse caído sin los tenis puestos, pero más extraño que éstos aparecieran en otra de las cisternas adyacentes y que tuvieran las agujetas amarradas. Algo tan sencillo como eso parece indicar que alguien se los quitó y los tiró en otra de las tres cisternas. Sin embargo, esto pasó de largo para los primeros investigadores de la fiscalía de Nuevo León, que parecían apuntar a que su caída en la cisterna había sido producto de un accidente autoinfligido.

Luego de que ha pasado más de un mes de la desaparición de Debanhi, parece que las autoridades no encuentran respuesta a las interrogantes de la sociedad y, desde luego, no están ni cerca de detener a los responsables.

Son tan pocos los logros de las autoridades en materia de búsqueda de desaparecidos, tanto a nivel estatal como federal, que en el sitio de la Comisión Nacional de Búsqueda (CNB), un organismo dependiente de la Secretaría de Gobernación, no se reportan logros. Lo que se encuentra más fácilmente es un ‘Manual de Capacitación para la Búsqueda de Personas’, para que sus familiares y amigos tengan una noción de cómo empezar a hacer lo que no hacen las autoridades.

Por cierto, dicho manual de 2020 es patrocinado por la Agencia del Gobierno de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, la USAID. Sí, la misma que tanto critica el presidente Andrés Manuel López Obrador en sus mañaneras por también financiar periodistas y centros académicos que él considera críticos a su gobierno, y por lo cual hasta ha exigido explicaciones a la Casa Blanca.

Valdría la pena que alguien le pasara el dato a la Presidencia de que la USAID también les está ayudando a encontrar a nuestros desaparecidos. Otra contradicción del actual gobierno que sirve como distractor para no entrar a los temas de fondo, entre ellos las mujeres desaparecidas y asesinadas en nuestro país. ¿Hasta cuándo?


Twitter: @JTejado
 

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