El nombre de Charles Scicluna representa firmeza y respeto al interior de la Iglesia Católica en el mundo. Es arzobispo de Malta, y es el secretario adjunto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Desde su cargo, este sacerdote de 60 años es una de las piezas clave en la planeación y ejecución de la estrategia en contra de los abusos sexuales que ha instruido el Papa Francisco.

Es quien investigó en 2005 al padre Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, al punto que diversos medios lo llaman “El Verdugo de Maciel”.

En años recientes, Scicluna dio mucho de qué hablar al encabezar una misión enviada en 2018 por el Papa Francisco a Chile para investigar diversos casos de abuso sexual y su encubrimiento; tal investigación condujo a la renuncia en bloque de todos los obispos, de las cuales el Papa aceptó siete, seis de obispos, y la del Cardenal Arzobispo de Santiago.

Meses después, en una entrevista con el periódico El País, Scicluna aseguró que “el momento es ahora” para que la Iglesia haga suya la demanda de justicia de las víctimas, y erradicar el encubrimiento. “Aunque nos humille, nos haga temblar y sentir una gran vergüenza. Es el momento de la verdad”.

Su última visita pública a México fue en noviembre de 2019; vino como conferencista del primer Congreso Latinoamericano sobre la Prevención del Abuso en la Iglesia, organizado por la Universidad Pontificia de México, y que derivó en la creación del Centro de Investigación y Formación Interdisciplinar para la Protección del Menor (Ceprome) en Latinoamérica.

A petición de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), Scicluna estará en México del 20 al 27 de marzo, junto con monseñor Jordi Bertomeu, Prelado de Honor del Papa Francisco, para un solo objetivo: revisar que se aplique la tolerancia cero que ha pedido el Santo Padre.

La tarea es que ningún caso de abuso quede impune al interior de la Iglesia, pues han abierto una herida profunda y han lastimado la confianza de las personas hacia la institución.

A pesar de la incalculable cantidad de actividades de servicio y acompañamiento que realiza la Iglesia Católica, y del impulso por la dignificación de la persona, así como de la existencia de pastores comprometidos con los valores del Evangelio, la erradicación del abuso es una realidad que debe asumir con un auténtico y eficaz compromiso para acabar con una sombra que complica su actividad cotidiana. No se trata de una cacería de brujas, sino de la imperiosa necesidad de poner orden en casa.

Monseñor Rogelio Cabrera y Monseñor Alfonso Miranda, presidente y secretario general de la CEM, han hecho varios esfuerzos por exponer esta deplorable problemática e impulsar a las diócesis del país para dar pasos que pongan fin al encubrimiento.

Sobre esto, es importante entender que acabar con las estructuras de corrupción y abuso al interior de la Iglesia no es una tarea única de la jerarquía. El mismo Papa Francisco recién señaló que enfrentar esta lucha “es un acto de amor”, en el que los católicos tenemos la obligación de ser cuidadores de la dignidad de los niños y adolescentes.

Hacer el bien no es una misión imposible, y menos en estos casos. Es una oportunidad para trabajar unidos. Ya lo decía Scicluna en la entrevista: “El pecado siempre estará con nosotros, pero podemos eliminar la cultura del encubrimiento. Tenemos que ser realistas: hay que luchar contra ello y confrontarnos con la realidad. La respuesta del Evangelio es la verdad”.

Nota

La agenda de Scicluna estará abierta para reunirse en la Nunciatura con quienes deseen acercarse a él para comentar o denunciar casos de abuso, previa cita al teléfono 55-5663-3999.

Director de Comunicación de la Arquidiócesis Primada
de México. javier@arquidiocesismexico.org

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