No es ningún secreto que la Iglesia católica se encuentra ante el problema de la disminución de fieles. Esta es una constante en todo el mundo.

Esta es la consecuencia de tres factores bien identificados: por un lado, la crisis en las familias, en donde hay un visible deterioro de la convivencia entre padres e hijos, que lastima la transmisión de los valores universales.

Por otro lado, la transmisión de la fe, señalada por el secretario de Estado del Vaticano, Pietro Parolin, como el mayor desafío de la Iglesia. Vivimos en un mundo que cambia a una gran velocidad, con una cultura ahora poco influenciada por el catolicismo, y que incluso en ocasiones se muestra contrapuesta y hostil a los valores del Evangelio.

Y por último, el mal testimonio de algunos integrantes de la Iglesia, que han fallado en el servicio a los demás. En palabras del Papa Francisco: la incoherencia de los fieles y los pastores entre la Palabra de Dios y el modo de vivir, mina la credibilidad de la Iglesia.

Los malos testimonios no solo han dañado a las víctimas, sino que también han opacado la loable labor que muchos más han hecho en beneficio de la humanidad. Hay un evidente desgaste moral de la Iglesia ante la sociedad, y particularmente con las nuevas generaciones.

Este martes fueron ordenados cinco nuevos sacerdotes para la Arquidiócesis Primada de México. Ellos representan un signo de esperanza, que se une al de muchos obispos, sacerdotes, religiosas, religiosos y laicos que día a día dan testimonio evangélico y enfrentan con su modo de vida el reto que tiene la Iglesia de transmitir la fe.

Pero además, estos jóvenes han vivido su vocación de una manera bastante inusual: forman parte de la llamada ‘Generación Covid’, pues la pandemia los ha acompañado desde su ordenación diaconal hasta su ordenación presbiteral.

Los nuevos sacerdotes vivieron en carne propia un periodo desafiante para la Iglesia y para la sociedad en general. El Papa Francisco ha dicho que de esta pandemia no podemos salir iguales, y nos ha invitado a preguntarnos si queremos ser mejores o peores.

En una conversación con el cardenal Parolin en su reciente visita a México, comentó que existe esperanza en el horizonte, pues confía en que la contribución del buen testimonio forme parte de las lecciones aprendidas por la Iglesia durante la pandemia.

“Los presbíteros, en comunión con su obispo, sucesor de los Apóstoles, deben siempre recordar y reconocer que son llamados a servir a la comunidad de discípulos de Cristo”, recordó en la Basílica de Guadalupe el Cardenal Aguiar a los nuevos sacerdotes.

¿Y cómo dar ese “mejor testimonio”? En estas palabras de San Francisco de Asís, retomadas en más de una ocasión por el Papa Francisco: "predicad el Evangelio con las palabras, pero, sobre todo, predicad con la vida, con el testimonio".

*Director de Comunicación de la Arquidiócesis Primada de México.
Contacto: @jlabastida 

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