Hace apenas algunos meses, el Papa Francisco recibió a la ​​Federación Italiana de Baloncesto. En esa ocasión recordó que el deporte es una “medicina” contra el individualismo, pues nos obliga a jugar en equipo y a cultivar la fraternidad.

“Hay algunos deportes que se denominan ‘individuales’; sin embargo, el deporte siempre ayuda a poner en contacto a las personas, a crear relaciones incluso entre personas diferentes, a menudo desconocidas, que, a pesar de proceder de entornos distintos, se unen y luchan por un objetivo común. (...) Así, a través del esfuerzo deportivo, recordamos el valor de la fraternidad, que también está en el corazón del Evangelio”, dijo.

Los Juegos Olímpicos de Tokio nos han dado grandes testimonios y hermosas lecciones de empatía, solidaridad y amistad. Apenas este martes en la madrugada, millones de personas observamos cómo eran ovacionados el mexicano Rommel Pacheco y el japonés Ken Terauchi, dos clavadistas que participaron por última vez en unos Juegos Olímpicos y no llegaron al podio, pero lo dieron todo en su último clavado.

El pasado domingo, se vivió otro momento histórico en Tokio: el catarí Mutaz Essa Barshim y el italiano Gianmarco Tamberi acordaron dejar de competir y compartir la medalla de oro en salto de altura masculino. Se trata del primer podio olímpico conjunto en atletismo desde 1912. Barshim y Tamberi, aunque competidores, son amigos desde hace años y se han apoyado en los momentos más duros de su carrera deportiva.

"Es uno de mis mejores amigos, no solo en la pista, sino fuera de la pista. Este es un sueño hecho realidad. Es el verdadero espíritu, el espíritu deportista (...) Esto va más allá del deporte, es un mensaje que queremos dejar para las nuevas generaciones”, dijo el catarí Barshim a AP.

Ese mismo domingo, la venezolana Yulimar Rojas consiguió la medalla de oro y los récords mundial y olímpico. Cuando finalizó su salto, la española Ana Peleteiro, quien se llevó la medalla de bronce, corrió hacia Rojas para felicitarla. “Cuando tu rival es oro, bate el récord y te alegras más que ella”, comentaron en redes sociales.

La semana pasada, la nadadora sudafricana Tajtana Schoenmaker rompió el récord mundial en 200 metros pecho. Pero lo que quedará en el corazón de millones de personas es la reacción de sus “rivales”, quienes no dudaron ni un segundo en acercarse, abrazarla y celebrar con ella un hito del deporte.

Estos Juegos Olímpicos nos han recordado que en una sociedad que a menudo nos parece enferma de individualismo, somos capaces de jugar en equipo y de reconocer la fraternidad en la persona de enfrente.

Los valores que nos ofrece el deporte son atemporales, pero muy necesarios en un momento social como el que vivimos. El Papa Francisco ha resaltado que la fraternidad es la clave para construir la paz, pues con ella somos capaces de entender que el otro es nuestro hermano. El deporte nos ha dado el ejemplo en estos días para aplicarlo en nuestro entorno.

*Director de Comunicación de la Arquidiócesis Primada de México. 

Contacto: @jlabastida

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