El día del juicio final apareceremos hechos polvo y no podremos atender la sentencia que se nos dicte.
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Jung propone la escritura como parte fundamental de la terapia. “La escritura automática manifiesta el inconsciente”, decía. Por eso escribir es la posibilidad de llorar y reír a solas.
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Con la luz de una vela cerca de nuestro rostro ya somos cadáver.
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Más que proclamar una victoria, habría que aprender a celebrar íntimamente que se superó una derrota.
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Algún día todos mis sueños, mis congojas, mis escritos, arderán en el aire.
