Las personas más confiables son los egoístas; no cambian nunca.
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Quizá la simple función de la literatura es darnos una visión más amplia de la realidad.
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Lo más triste de perder un gran amor no sólo es que termina por olvidarse, sino que el dolor que provocó también termina en el olvido.
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Aurora Bernárdez nos contaba a Myrna y a mí que, después de morir, Cortázar regresaba a visitarla una y otra vez, hasta que ella le pidió que se fuera, que descansara, que la dejara en paz.
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La virtud de algunos es hablar correctamente su lengua; la virtud de otros es saber callar.