En su libro “La llama doble”, Octavio Paz compara al régimen soviético con una fortaleza construida sobre suelo pantanoso. Un sueño social que propuso un mundo más justo, un hombre nuevo, pero cuyo régimen real de gobierno colapsó en 1989 tras 72 años de degradarse hasta hacerse insostenible.

Bastaría revisar las reacciones y reflejos políticos del actual gobierno mostrados ante la tragedia del Metro o el aumento de precios y la inflación más alta en 15 años (ya supera 6.2%), para redescubrir el verdadero rostro del actual gobierno: avasallador, insensible, inhumano, corrupto, centralista, ineficaz, constructor sobre un suelo pantanoso. El poder presidencial cree fortalecerse sobre la imitación incontrolable de Hugo Chávez, el personaje que en su origen encarnó un “ya basta” del pueblo venezolano y terminó hundiendo a su país y a su gobierno en una grotesca y lamentable caricatura del régimen castrista.

La paranoia del golpismo sin sentido es el más reciente refugio del caudillo acorralado por las paredes de la muralla que él mismo construye cada día. La nota diplomática enviada a EU en reclamo de los fondos que reciben organizaciones civiles en México siembra y exhibe en el ambiente nacional la filosofía del “masiosare”, un distractor extremo para olvidar, entre otras, la tragedia evitable de la línea 12 y cualquier otra realidad en aras de un nacionalismo ramplón. Exhibe, de paso, el desconocimiento y desprecio de la 4T a lo que representan organizaciones de la sociedad civil como Artículo 19 y Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad.

México inició una transición a partir de 1985, con el ingreso al GATT (hoy OMC) y abrió su planta industrial a la modernización, al mercado internacional y al avance tecnológico hasta superar décadas de una industrialización obsoleta, anticompetitiva y negada a la evolución.

Ese proceso ayudó a poner fin, en el plano político, electoral, social y cultural a décadas de cerrazón, opacidad y ausencia de transparencia, ignorancia del mundo y falso orgullo nacional. Impulsó asimismo la democracia, las libertades individuales y el respeto a los derechos humanos.

Nuestro país evolucionó y aprendió a conformar gobiernos con contrapesos, reconocimiento de libertades y derechos, con garantismo jurídico. Nada fue suficiente para desterrar la corrupción y la frivolidad rampantes. No se consolidaron las bases de un desarrollo más igualitario, justo y equitativo. Los avances de la apertura económica y política no bastaron para cerrar las profundas brechas sociales.

El líder de la 4T tuvo el mérito de poner el dedo en esa llaga y evidenciar la pobreza y la injusticia. Hoy, hecho gobierno, le han bastado dos años y medio para desnudar capacidades e intenciones. Tenemos un gobierno mentiroso, controlador de todo, inepto, injusto e ineficiente, cuyas demagógicas decisiones agravan de fondo la pobreza, la inequidad y aceleran la involución general del país.

El debilitamiento y destrucción de instituciones y de todo aquello que estorba a la figura presidencial se abre paso con la concentración de poderes y facultades alrededor del presidente, anulando al Poder Legislativo y en un proceso acelerado y lamentable de creciente sumisión del Poder Judicial.

Toca a la puerta de este próximo segundo semestre de 2021 el incremento en la crisis económica, resultado de esa mezcla letal que conjunta los males aparejados al Covid y la imparable debilidad y calentamiento económico, donde lo único barato es todavía el dólar, empujado por flujos históricos de remesas generosas de los migrantes a EU, sin descartar una parte proveniente del lavado de dinero del narco.

No se observa capacidad alguna para reconocer errores ni mucho menos para dejar el rumbo equivocado. Ni las tragedias tienen espacio de conmiseración en la voz del que manda con soberbia.

La caída en la imagen presidencial supera a la de Fox y Salinas a estas alturas de sus sexenios. Ello indica que el partido en el poder puede perder la mayoría legislativa conquistada en 2018. La Cámara de Diputados podría lograr así equilibrios en el reparto del poder, con la consecuente disminución de la crispación social y el estreno de contrapesos necesarios en la toma de decisiones y en la corrección del rumbo general del país.

Cualquier solución para aligerar los problemas de México y evitar los caminos sin salida pasa por el ejercicio del poder activo de los electores. Es tiempo de evitar que la pesadilla del ganso que corre y tropieza sin rumbo sea la nueva y perdurable imagen del México de hoy y del futuro.

Notario, exprocurador general de la República

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