La tecnología debería servir a la humanidad, para hacer valer el bien común, el respeto a los valores humanos. Las empresas de tecnología deberían ser un apoyo para el desarrollo de la humanidad, no de los gobiernos.

Por supuesto que me refiero a la tecnología con fines civiles y comerciales, no a la tecnología militar, de la cual debe haber muchos (nada honorables) ejemplos. Por eso creo que las empresas de tecnología no deberían tomar partido, no deberían ser parte de un conflicto político que trasciende nuestros paradigmas occidentales.

Triste ver que empresas de tecnología están censurando, bloqueando, restringiendo, vetando a todo un país por las malas o buenas decisiones de sus políticos. Triste, porque las libertades que dicen defender no tienen nacionalidades, pues son de toda la humanidad. Las medidas que están tomando no deberían, pero afectan a los pueblos que son usuarios de plataformas, tecnologías, dispositivos y redes.

Tal vez no se dan cuenta de que con ello están contribuyendo a una reedición de la guerra fría, pero ahora con un mundo totalmente interconectado. Eso sería un choque cultural con repercusiones históricas. Se olvidan de que rusos, ucranianos, bielorrusos, europeos, norteamericanos, todos somos seres humanos y somos usuarios de las tecnologías.

Ahora bien, si el objetivo es estrangular a un gobierno presionando y tomando casi como rehén a su población, esto también debería analizarse en las redes sociales y en los medios de comunicación, pero aplicar la censura de arranque no está cool. Si esto pasa en el caso de un conflicto que involucra a una potencia mundial, ¡cuidado! No sé qué nos depara a las naciones más modestas.

Las redes, los medios, las plataformas que toman partido, son tan peligrosas como un gobierno con poder nuclear. Ellas pueden desaparecer de la tierra a cualquier persona o país. No hay equilibrios, solamente se impone la realidad que conviene a una de las partes.

Se olvidan de que desde 2014 Ucrania no estaba en paz y que estaba atacando las provincias del Donbás. Olvidan que Ucrania no respetó los acuerdos de Minsk y no dicen que Ucrania pedía a gritos pertenecer a la OTAN para tratar de recuperar Crimea, territorio que, desde hace años; su población se asume, se ve, se identifica y se siente como rusa. Ni unos son víctimas ni los otros son malvados. No es un mundo binario de blanco o negro, de buenos y malos.

Con esto no quiero decir que los rusos son puros y castos, son muy bravos e intimidantes; lo único que pretendo decir es que faltan equilibrios y que las empresas de tecnología, pero sobre todo la población, no deberíamos tomar partido en este tipo de conflictos.

Por ejemplo, Michal Salat, director de Inteligencia de Amenazas de la firma de ciberseguridad Avast, recomendó no participar en una peligrosa iniciativa de “reclutamiento” de activistas que apliquen estrategias de hacking contra objetivos rusos.

Dice Salat: “identificamos que en redes sociales se comparten iniciativas que impulsan a los usuarios comunes a convertirse en hackers, descargando herramientas de ataque de denegación de servicio distribuido (DDoS en inglés) para apoyar a ofensivas contra objetivos rusos”.

Advierte que “el análisis a una de esas herramientas muestra que esta actividad no es segura, pues se recaba información personal que vuelve a las personas identificables, como su dirección IP, el código de su país, su ciudad, la ubicación derivada de la dirección IP, su nombre de usuario, la configuración de su hardware y el lenguaje del sistema. Recomendamos encarecidamente que la gente no participe en estas iniciativas, ya que agravarán la situación”.

Avast también advierte que estafadores ya han empezado a robar dinero de la gente fingiendo que son ucranianos que necesitan desesperadamente ayuda financiera, por lo que aconsejan no enviar dinero, especialmente en cualquier forma de criptomoneda.

No tomemos partido porque podemos ser usados como carne de cañón, como rehenes o como combatientes involuntarios. En las guerras, la mentira es la que siempre gana, y en este caso no sabemos quién es el ofensor y quien es el ofendido. Por ejemplo, la compañía de ciberseguridad ESET, detectó que cuando comenzaron el conflicto armado entre Rusia y Ucrania, surgieron varias familias de malware dirigidas a organizaciones ucranianas.

El 23 de febrero de 2022, una campaña con fines destructivos utilizó HermeticWiper y apuntó contra varias organizaciones ucranianas. Este ciberataque fue unas horas después del inicio de la invasión a Ucrania. Los métodos de acceso a los sistemas fueron diferentes entre una organización a otra, pero sugieren que los ataques habían sido planeados durante varios meses.

El 24 de febrero de 2022, comenzó un segundo ataque con intenciones destructivas contra una red gubernamental ucraniana; sin embargo, en este y en los otros casos, aún no se ha podido atribuir los ataques a un actor conocido. Es decir, no sabemos si son de origen ruso, ucraniano o, por qué no, hasta norteamericano. En fin, no tomemos partido y, como las buenas tecnologías, seamos universales, compatibles e interoperables.

Columnista y comentarista 
Twitter: @hugonzalez0 

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