¿Cuánta azúcar consumimos diariamente? ¿Cuántos químicos, aditivos, colorantes y sustancias nocivas tienen aquellas frituras anaranjadas de “queso” o ese panqué con sabor a inexistente chocolate? La polémica generada por el tema de la comida chatarra se ha sumado en las semanas recientes a los muchos foros de discusión sobre salud pública ¿Sirve de algo advertir que esa lata de refresco de cola de 330 mililitros contiene 10 terrones de dulce veneno?
Lo cierto es que las imágenes no mienten y es evidente, si se miran fotografías o películas de los años sesenta y setenta, que algo ha transformado dramáticamente los cuerpos de los mexicanos. ¿Por qué en nuestra región la gente hoy es más gorda y desarrolla numerosas enfermedades vinculadas al sobrepeso?
Basta con observar fotografías del movimiento estudiantil de 1968. Lo invito a que busque algunas imágenes en este momento. Lo primero que salta a la vista es la diferencia de los cuerpos de los estudiantes.

Hace unos años, para un reportaje de investigación, analicé centenares de fotografías de las marchas que se desarrollaron en esos años y lo más sorprendente fue el no encontrar en más de 900 imágenes a un solo joven o adulto obeso. Lo reto a que haga lo mismo. Mire fotos del movimiento estudiantil del 68 y dígame cuantas personas con sobrepeso encuentra.
Pero no sólo fueron los años sesenta, incluso hasta mediados de los años setenta la delgadez era algo casi generalizado, Muchos lo comprueban al mirar los álbumes de fotos. Miren los cuerpos de las abuelas y los abuelos, de las tías y los tíos en el México de antaño. De más de 200 fotografías de grupos escolares que analizamos de 1960 a 1975 no encontramos ni maestros ni estudiantes obesos.
Algunas personas me han comentado la paradoja de una película famosa de los años sesenta titulada Al maestro con cariño, protagonizada por Sidney Poitier. En una de las escenas desarrollada en un gimnasio, aparece un muchacho al que hacen bullyng y tachan de obeso. El entrenador lo obliga a saltar por una silla de obstáculo y cae al suelo.
Sin embargo el cuerpo de ese muchacho al que en la película de los años sesenta apodaban “el gordo”, es curiosamente el cuerpo estandar de muchas personas consideradas delgadas hoy en día.
Todo ello podría ser prueba empírica de que el gran problema de salud con la gordura en México comenzó a generalizarse después de 1975.
Antes, desde los años cincuenta, existían muchos anuncios de refrescos de cola o del famoso gansito. Pero curiosamente la publicidad de frituras, golosinas y refrescos comenzó a bombardear con mayor intensidad las pantallas de las televisiones mexicanas a partir de ese año.
La principal empresa televisiva de México llegó a obtener hasta el 40 por ciento de sus ingresos por publicidad de los anuncios de comida chatarra colocados estratégicamente en sus barras de caricaturas infantiles, mismas que comenzaban desde la 1 de la tarde y hasta las nueve de la noche con anuncios cada 10 minutos.
Las matemáticas no mienten, aquellos fueron los años de El tío Gamboín, La señorita cometa, Los Picapiedra, Don Gato, El pájaro loco, Mandibulín, Remi, Los supersónicos, El chavo del ocho, etcétera, pero también de más de ocho horas diarias de bombardeo televisivo constante de gomitas azucaradas con formas de animales, papitas con carita feliz, bombones con chocolate que emulaban a un fantasma, donitas de un conocido osito, también del mencionado pastelito con la imagen de un ganso bebé con su icónica frase:¡Recuérdame!
Ocho horas diarias, diez anuncios en cortes comerciales cada diez minutos, siete días a la semana, suman más de 14 mil anuncios de comida chatarra al mes. Eso sin contar el controversial programa En familia, con Javier López Chabelo, que los domingos desde las 7 de la mañana, hábilmente organizaba concursos infantiles con el nombre de las mismas golosinas que contrataban la publicidad en su espacio… y ¿cuál era el premio para los ganadores? ¡Dotaciones en bolsas gigantescas de esas mismas golosinas! azúcar, azúcar y más azúcar, pero sin la gracia de Celia Cruz.
Hoy México se encuentra en los primeros lugares de consumo de refresco y comida chatarra en el mundo, también en los primeros lugares de diabetes y otras enfermedades generadas por la mala alimentación.
En los estudios que se han publicados sobre los restos de las personas que murieron en Pompeya por la erupción del Vesubio en el año 79 de nuestra era, se encontraron, en todos ellos, dientes sin caries y, en opinión de los expertos, dentaduras prácticamente perfectas. ¿La razón? Su ingesta casi nula de azúcar.
Algunos expertos aseguran que para los humanos modernos es casi imposible pasar un sólo día sin consumir azúcar. Se encuentra inmersa en prácticamente todos los productos empaquetados que se consumen, incluso los que son considerados dentro del espectro saludable. El gran problema de la salud pública pareciera ser las mil maneras como nos venden azúcar, sin importar el empaque del producto, que sea salado o dulce, que sea light, dietético o “saludable”.
Quizá la gran pregunta sería si nuestra adicción programada al azúcar, al igual que en otros la adicción al tabaco ¿podrá cambiar con etiquetas que adviertan de sus ingredientes y efectos nocivos? ¿Se ha reducido el consumo de cigarros porque aparece aparece un ratón muerto en la cajetilla? ¿Usted que opina?
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