La polémica suscitada en torno a la elección de la Mesa Directiva del Senado abrió una discusión sobre la necesidad de generar contrapesos al interior de las cámaras. Cuando un partido político tiene la mayoría, como hoy, ese tipo de contrapesos suelen generarse a través del equilibrio entre grupos internos.

En efecto, una manera de que existan controles políticos capaces de frenar excesos o malos manejos es cuando rivales políticos de un mismo partido —como Batres y Monreal— son colocados en posiciones estratégicas desde las cuales puedan vigilarse entre sí. Lo ocurrido el 13 de noviembre de 2018 en el Senado es un buen ejemplo de ello.

Ese día, la Mesa Directiva recibió un acuerdo de la Jucopo, presidida por Monreal, a través de la cual se propuso una lista de 15 nombres de posibles magistrados en materia electoral. Uno de quienes integraban esa lista era nada más y nada menos que Gerardo García Marroquín, cuñado de Monreal.

Un hecho así difícilmente podría pasar inadvertido. Sería ingenuo pensar que Monreal no lo previese. Quizás por ello, una vez que se presentó el acuerdo, el senador pidió la palabra para aclarar que en la lista había sido casualmente propuesto, como magistrado para Oaxaca, un familiar suyo.

La propuesta, según palabras del senador, había surgido del Partido Verde, acompañado del PRI, sin que él hubiese participado. Hecha la aclaración, el Macchiavello zacatecano presumió su acto heroico: “Yo les quiero pedir al PRI y al Verde puedan retirar el nombre, porque no sería ético aceptarlo”.

Todo parecía ir bien hasta que Juan Zepeda, senador de un partido supuestamente opositor, el PRD, pidió la palabra para afirmar: “Nos negamos y rechazamos que se quiera retirar el nombre de alguien, quien por méritos propios está en este listado”.

Acto seguido habló Raúl Bolaños Cacho, del Partido Verde, para resaltar la “calidad moral” de Monreal, y luego oponerse rotundamente a que el cuñado fuese retirado de la lista. “Aquí no hay ningún conflicto de intereses”, aseguró.

Después llegó el turno al amigo Miguel Ángel Mancera, quien también resaltó “el ejercicio de transparencia y sinceridad” del senador Monreal. A su alocución solo le faltó incluir una solicitud para que el nombre de Ricardo Monreal fuese esculpido con letras de oro en el recinto senatorial.

El Senado mexicano es responsable de unos 40 tipos de nombramientos distintos en toda la estructura del Estado. En esos puestos es posible colocar a allegados de todos los partidos políticos y negociar tajadas para los senadores.

Supongamos por un momento que el senador Monreal —que no tiene un pelo de tonto— pactó con el PRD y el Verde para que fuesen ellos quienes defendiesen el nombre de su cuñado, a cuenta de favores pasados o futuros. ¿Quién podría frenar una jugada así sino una figura con algún peso político dentro del oficialismo?

Probablemente eso fue lo que ocurrió aquella sesión. Martí Batres, como presidente de la Mesa Directiva (una figura que no suele participar en los debates del pleno), pidió la palabra para desmontar, con las propias palabras de Monreal, lo que parecía una magnífica puesta en escena:

“El planteamiento que ha hecho aquí el senador Ricardo Monreal se debe aceptar —señaló. Cuidamos la imagen del Senado, cuidamos que no se nos diga que hubo una designación de un pariente y que no se nos vaya a decir, en su caso, que sólo simulamos hacer una corrección”.

Esa tarde, el cuñado de Monreal salió de la lista, en la que Malú Micher propuso incluir a una mujer. En esa ocasión los contrapesos internos funcionaron. ¿Qué ocurrirá ahora, que la presidenta de la Mesa Directiva le deberá a Monreal el favor de su puesto actual?

NOTA: En enero de este año, el Senado procesó el nombramiento de Alejandro Gertz Manero, operado y promovido activamente por Monreal. ¿Habrá sido una casualidad que finalmente el cuñado de Monreal, Gerardo García Marroquín, haya sido nombrado director de Averiguaciones en Delitos Electorales en la Fiscalía para Delitos Electorales?

Twitter: @HernanGomezB

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