Resulta inquietante que la discusión en torno a los presidenciables de Morena se ha perfilado como un concurso de popularidad , donde no está en juego otra cosa que atributos personales o una competencia por ganar el galardón al más obradorista o incluso al más abyecto.

Es desesperanzador pensar que en los próximos meses la lucha política rumbo al 2024 —que sabemos se librará dentro de la propia 4T— transcurrirá exclusivamente en grillas de pasillo, golpes bajos, competencias para ver quién moviliza más, recibe más aplausos o recauda más fondos para pagar espectaculares.

Uno quisiera que las corcholatas tuvieran al menos cierto debate programático sobre los alcances y el futuro 4T . Que haya alguna discusión sustantiva.

Al final, ese debate es muy necesario porque cuando López Obrador ya no esté, y el elemento carismático deje de ser el pegamento, la red de contención y el elemento cohesionador que ha sido hasta hoy, viviremos un duro choque con la realidad.

Y es que en estos años la ideología y la labia presidencial han monopolizado la agenda y el debate público a tal punto que hemos dejado de ver y discutir algunos de nuestros problemas más graves. Pero cuando despertemos, esos problemas seguirán ahí y pasarán factura.

Monreal tomó una decisión interesante al lanzar su “ proyecto de nación ”, un documento que abarca una variedad de temas y propuestas que en los próximos días estará presentando en una serie de foros en distintas ciudades del país.

Todavía no se conoce el documento completo, pero el primer capítulo, que empezó a circular hace algunos días, es un texto serio que podría darle cierto juego político dentro y fuera de Morena a un contendiente descartado de antemano.

Con esto, el senador manda distintos mensajes. Basta con leer algunas páginas para encontrar que están implícitas una serie de críticas al gobierno actual, al mismo tiempo que le hace guiños a Movimiento Ciudadano y al PRIAN.

Tanto en el plano de las definiciones ideológicas, como de las propuestas de política pública, el senador coquetea con planteamientos de la oposición, de hoy y de ayer, apela a esa clase media hoy alejada del obradorismo y hasta asume ciertas agendas del empresariado.

Algo dice, de entrada, que Monreal adopte la socialdemocracia —esa izquierda tan edulcorada ya— como su marco de referencia doctrinaria. Hacerlo tiene poco de original: varios partidos en México dicen adscribir a ella, desde MC hasta fuerzas como el PRI o el PRD (vamos, hasta Alazraki, Quadri y Claudio X . se han dicho simpatizantes de esta expresión política). Ese lugar, con todo, es cómodo para alguien que busca hacer alianzas, justificar su pragmatismo, coquetear afuera y amagar adentro.

Dudosamente el de Monreal es un programa de izquierda. En ciertos temas, como el fiscal, incluso adopta propuestas reaganianas, como ampliar la base recaudatoria a través de impuestos indirectos como el IVA, antes que los impuestos directos al ingreso.

Desde luego, no hay siquiera mención de tasar más la riqueza o crear un impuesto a la herencia. Las medidas que propone son más de eficacia recaudatoria que de justicia redistributiva.

En suma, aunque Monreal nunca da paso sin huarache ni puntada sin hilo, la iniciativa que ha tomado resulta saludable para el debate público y la deliberación democrática. Ojalá que otros posibles contendientes en la 4T hagan algo parecido. Por el bien de la izquierda.

@HernanGomezB 

 

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