Las redes son, casi desde su aparición, referentes de los distintos movimientos sociales; son el medio por el que “boca a boca” se corre la voz para realizar acciones, esparcir noticias, reclutar simpatizantes y todo lo que se hacía antes, poco más de una década atrás, de manera “análoga”. Fechas importantes, como el pasado 8 de marzo, dejan poca duda de la efectividad de estas redes para organizar a las masas alrededor de una fecha y una causa. Pero hay que decir que no necesariamente las redes están ahí al servicio desinteresado de la sociedad. Las redes sociales son negocios, negocios que basan sus ganancias en el tiempo que les dedicamos, por lo que a los algoritmos, e incluso a aquellas personas que mueven los hilos detrás, poco les importan la nobleza de los movimientos; es más, podemos afirmar que estas empresas les conviene que existan conflictos, que existan también los “haters”, los “trolls”, los “bots” y toda esa fauna nociva que encontramos todos los días a nuestro paso por muros y “timelines”. Los grandes hilos y las no menos grandes discusiones entre usuarios son beneficiosos para quienes están sentados detrás de los principales escritorios tecnológicos californianos, con todo y que Twitter haya sacado hace unos días nuevas normas contra el odio relativas a insultos que tengan que ver con discapacidades (o capacidades diferentes). Ellos saben que quien así lo quiera sabrá cómo darle la vuelta a la norma para no ser castigado.

Regresando al tema del 8 de marzo, recuerdo como hace más o menos cinco años en Facebook, la empresa, se sentían muy feministas por cambiar el icono de los grupos poniendo al frente de las tres figuras que lo representaban una femenina en vez de la figura masculina que estuvo ahí por años. Esa red social, siempre apoyando las causas más nobles, aún sigue borrando fotografías de mujeres amamantando, obras de arte clásicas que muestran a mujeres semidesnudas y un largo y moralino etc; pero, da a cambio marcos morados, o calcomanías de pañuelos verdes para poner sobre las fotos de los perfiles; por cierto, el icono de los grupos ya no tiene al frente a la figura femenina.

Hace unos días, el Instituto de Ingeniería y Conocimiento de la Fundéu, publicó un pequeño estudio tras 20 días de monitoreo en Twitter. En ese periodo, la palabra “feminismo” apareció 14 mil 71 veces en los países de habla hispana, siendo España, México y Argentina, los países con más menciones con el 35.58%, 22.03% y 21.47% respectivamente. Sin embargo, el 51.8% del total de menciones son tuits asociados a sentimientos negativos, 31% neutro y sólo el 17% son menciones positivas. De estos “sentimientos negativos” la mayoría están relacionados con decepción o lamento, seguido por desprecio o desinterés; la mayor parte de ese 17% positivo hace referencia a sentimientos de deseo o anhelo, seguido por admiración o exhaltación. Le comparto la liga al documento para que pueda analizarlo a detalle: bit.ly/feminlat

Apenas con estos pocos datos podemos darnos cuenta de lo que mencionamos anteriormente: que en las redes los temas asociados con la negatividad son los que más abundan, que el odio sigue y vende, y que si bien las redes han sido aliadas de movimientos importantes, por otro lado dan el cuchillo para apuñalarlos por la espalda, fomentando los odios para quedarnos ahí el máximo tiempo posible, peleando con desconocidos.

herles@escueladeescritoresdemexico.com

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