Convenciones, paradigmas, desigualdad, moralismo, sea cual sea el término que usemos para justificar o atacar las decisiones por las que casi todas las redes sociales (sus algoritmos, administradores, políticas, etc.), censuran contenidos visuales por considerarlos pornografía, se quedan enredados en una maraña que tiene un hilo muy negro: la censura. Facebook e Instagram son sin duda las más cuadradas e intolerantes en estos temas y en muchos sentidos también las más incongruentes; por un lado son capaces de borrar una imagen que promueva el derecho de una mujer de amamantar en público, por considerarlo pornografía, y por otro encontramos miles de cuentas que promocionan la prostitución sin verificar cuántos delitos podrían estarse cometiendo detrás de esos perfiles: explotación, abuso, trata. El dedo implacable de esta censura arbitraria apunta comúnmente también al arte. Ya la red social ha estado envuelta en más de una polémica por estos asuntos, recordamos por ejemplo aquella vez que la página Tourism Flandes en la que Facebook elimino toda una campaña de promoción de las pinturas de las pinturas que Rubens pintó hace 400 años; o cuando eliminaron una publicación del Naturhistorisches Museum en la que mostraban una escultura de una mujer desnuda de hace 30 mil años. Qué decir de una de las más recientes, el póster promocional de la nueva película de Almodóvar, Madres Paralelas, que despertó por enésima vez la indignación de la comunidad cultural obligando a Instagram a restituir los posts.

Es cierto que algunas redes prefieren guardar la leña para su quema de brujas, con algunas condiciones; Twitter no tiene tantos problemas con la censura de contenidos, artísticos o claramente pornográficos, siempre y cuando se especifique que el contenido es para adultos, que las publicaciones no estén abiertas y que las cuentas no sean reportadas, algo que podemos afirmar categóricamente más que por haber leído los términos y condiciones, por comprobarlo directamente a lo largo de los años.

En este marco, resulta curioso entonces la más reciente decisión de la Junta de Turismo de Viena que acaba de abrir una cuenta en la polémica OnlyFans para mostrar contenido que en Facebook o Instagram no durarían un pestañeo. En uno de sus promocionales aparece parte de una obra de Modigliani y la pregunta “¿Quieres ver qué aprieta esta mano?”; la ingeniosa campaña tiene por nombre “Viena se desnuda en OnlyFans”, campaña que además de mostrar obras de sus museos, está regalando también a todos los suscriptores a su nueva cuenta una Vienna City Card, para visitar gratis sus museos y ver esas obras en persona.

Si bien esta campaña funcionaría para ayudar a la recuperación de visitantes en los museos de la capital austriaca, los directivos han dejado muy claro que se trata sobre todo de una forma de protesta en contra de la censura en aquellas otras redes, ya que esta propuesta en la polémica red social no será permanente ni tampoco será el único medio por el que Turismo de Viena exprese su descontento por las extrañas políticas en las redes de Zuckerberg.

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