La revolución en la industria musical que se está produciendo a partir de la Inteligencia Artificial (IA) es quizás menos “escandalosa” que en otras áreas en donde ésta ha influido, pero está ahí y nos hemos acostumbrado bien a ella. Es probable que, si somos usuarios de algún servicio de música a través de streaming, nos hemos aventurado a escuchar música nueva a partir de las recomendaciones, estaciones de radio o la propia carátula personalizada que nos aparece apenas abrimos alguna de esas apps, si seguimos escuchando esas recomendaciones, tanto como si no, nutrirá a esa IA pare perfeccionarse. Es probable que esta función sea la más obvia y evidente para nosotros los usuarios, pero de lejos es la única.

Los algoritmos que detectan música en otras plataformas, por ejemplo en Youtube, sirven para apoyar a la industria en cuestiones de derechos de autor; pero no solo la IA está implementada en estas cuestiones más bien legales, también hay un fuerte impacto en los procesos creativos. Magenta Studio, por ejemplo, es una iniciativa de Google para poner a disposición de músicos y productores un conjunto de herramientas capaces de apoyan en la creación directa de piezas musicales prácticamente desde cero, con la “ventaja” de que estas Inteligencias saben a detalle qué va a consumir el público. Todo esto parece muy nuevo pero, insisto, el camino recorrido ha sido discreto pero consistente; ya en el 2016 Sony lanzó una canción, Daddy´s Car, compuesta por una IA, esta canción pretende emular el estilo de The Beatles. Un año después, otra compañía lanzaría el primer álbum creado, prácticamente todo, por otra IA, el I Am AI, que tuvo como casi el único elemento humano la voz de Taryn Southern. Pero ya desde el 2007 teníamos al primer “artista virtual” en Hatsume Miku, que daba conciertos que atraían no sólo a audiófilos, también a ingenieros. En ámbitos más técnicos, la IA lleva un rato masterizando pistas, supliendo lo que antes hacían los ingenieros de audio, estas inteligencias son capaces de ecualizar, comprimir o crear imágenes estéreo, por mencionar algunos de sus atributos.

Hay todo un departamento en la Georgia Tech Center for Music Technology que crean, por ejemplo, prótesis para músicos que han perdido alguna extremidad; en éstas, la IA lleva la batuta principal en términos de los movimientos que deben producirse. En el MIT pueden predecir con bastante certeza si una canción tendrá éxito o no; en Amazon se puede conseguir un teclado que aprende por si mismo y puede generar, casi al infinito, música a partir de distintos estilos musicales. En España, Fimusic acaba de anunciar la implementación de Inteligencias Artificiales, Blockchain y NFTs para encontrar nuevos talentos, alternativas de distribución y monetización; su primer fichaje, Jonathan Pons, ha lanzado ya un EP asociado al mundo de los NFT.

Las Inteligencias Artificiales, utópicas para unos, distópicas para otros, tienen y tendrán una influencia incuestionable en la industria musical en, como ya vimos, prácticamente todas las áreas, y todo parece indicar que absorberán lo máximo de las mismas a muy corto plazo, sobre todo en el mercado más mainstream.

herles@herles.mx

Google News

TEMAS RELACIONADOS