Aquí sabemos de la muerte, nos espanta su llegada pero le hacemos frente, la celebramos, cargamos con su sombra y le encendemos una vela para iluminar el memorial nacional en nuestro Día de muertos. Sabemos de la muerte que ha estado siempre aquí, en lo más hondo del imaginario mexicano; nombramos al Mictlán y algo nos resuena en el ADN. Si la propia vida era ya un misterio para los pueblos originarios, la muerte era sólo otra parte de esa incertidumbre: “…Aunque sea de jade se quiebra, aunque sea de oro se rompe, aunque sea plumaje de quetzal se desgarra. No para siempre en la tierra: Sólo un poco aquí”, cantó Nezahualcóyotl. Hemos tenido la capacidad de adaptar su presencia que provoca ausencias; sabemos de la muerte y sus ritos, hemos sumado iconografías que se levantan como templos sobre las bases paganas que hacen ecos; por eso Tonantzin se vistió de virgen, por eso en una iglesia de Amatlán, Morelos, se lee todavía en un pequeño letrero: “Aquí nació Quetzalcóatl con sus sandalias de oro”. Pero no dejamos de ajustar los ritos, no paramos en la tradición judeocristiana y su sincretismo que a golpes de sangre tocó estas tierras hace más de 500 años; hoy lo hacemos de maneras más amables.

Rafael Lozano-Hemmer propone un memorial remoto, colectivo, con la ayuda de las nuevas tecnologías, en estos tiempos en los que la muerte nos azota con fuerza. Lozano-Hemmer invita a subir a su altar virtual a aquellos que hemos perdido este particular 2020 a causa del Covid-19. En La Arena Fuera del Reloj, el artista plasma sobre un fondo negro, con la ayuda de un robot, la imagen tridimensional del fallecido, imagen que se diluye al poco tiempo recordándonos lo efímero de la vida y lo permanente del recuerdo. El resultado es simple, pero no por eso menos bello y evocador. El ejercicio que propone el artista tiene una clara inspiración en los mandalas tibetanos que, por supuesto, tienen mucho que ver con lo efímero de nuestra existencia; en ese caso, los monjes pueden tardar días en formar una imagen que se borrará con el viento en unos segundos. Esta instalación se hace posible gracias a la colaboración del Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC) y el Aleph Festival de Arte y Ciencia en el marco de la mega ofrenda UNAM. Por supuesto, este memorial 2.0 invita a que todo aquel que ha sufrido una perdida de un amigo o familiar pueda participar de ella, sólo tiene que dirigirse a la página memorialcovid-lozano-hemmer.web.app y llenar unos datos, subir la foto del allegado y ver como la plataforma lo replica; al final, la imagen queda registrada en un archivo que se conserva en esa misma página.

La instalación de Rafael Lozano-Hemmer echa mano de la tecnología para hacernos ver que sabemos de la muerte y sabemos muy bien como adaptarnos a las circunstancias para seguir formulando los ritos necesarios para no perder el derecho al duelo, dar cierres y, a la vez, reformular los mecanismos de lo trascendente.

herles@escueladeescritoresdemexico.com

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