La primera vez que fui a Chichén Itzá quedé, como todo aquel que visita la famosa zona arqueológica Maya, impresionado por su arquitectura. Como sabemos, algunas civilizaciones antiguas tenían un conocimiento en astronomía que escapa a nuestro entendimiento por la exactitud en sus cálculos de posiciones, distancias y ciclos en los movimientos de las estrellas. El hecho de construir ciudades como Chichen con base en la posición de ciertos astros, tanto en el trazado de sus calles, hasta en la utilidad que tenían sus edificaciones principales, muestran el enorme interés e influencia que ejercían estos temas en los antiguos pobladores de esta parte del mundo.

Si bien es cierto que en este continente las aportaciones al entendimiento de la astronomía por los antiguos han sido sustanciosas, al otro lado del mundo encontramos también vestigios impresionantes que todavía hoy generan más preguntas que respuestas. Es el caso del Mecanismo de Anticitera, artefacto encontrado a principios del siglo XX en una pequeña isla griega ubicada al sur del Peloponeso.

A simple vista el aparato no muestra más que un engranaje montado en una base con algunas inscripciones apenas visibles, el tiempo que pasó bajo el agua lo llevaron a tal estado de fragilidad que hace imposible su manipulación, y no fue hasta años recientes que, a través de técnicas avanzadas de tomografía, se descubrieron sus partes internas y algunas inscripciones más, invisibles a simple vista.

Más recientemente, el filósofo e investigador argentino Christián Carman ha sacado a la luz más datos importantes acerca del peculiar aparato, datos difundidos para todo el mundo a través del canal de conferencias TED, enfocado a la tecnología, y en Youtube. Gracias a Carman se sabe hoy la fecha exacta de construcción del mecanismo: hace 2200 años. Se sabía que el aparato predecía eclipses y fases lunares, así como el movimiento del sol; hoy sabemos, además, que marcaba otros hechos culturales importantes, como las fechas de los juegos olímpicos, esto con una exactitud impresionante. Volviendo a la astronomía, el mecanismo era capaz de mostrar eventos como la retrogradación de los astros, es decir el desplazamiento interrumpido de algunos cuerpos celestes a través del universo. Tuvieron que pasar 13 siglos para que en europa los astrónomos consiguieran mecanismos similares, en su arte, al Mecanismo de Anticitera.

Sin embargo, y a pesar de la intensa labor de investigación de Carman, el filósofo argentino está consciente que hay preguntas que nunca se resolverán, por ejemplo quién fue el genio constructor detrás de dicho mecanismo, atribuido generalmente a Arquímides; tampoco si era parte de otro mecanismo más grande y por consecuencia que otros eventos era capaz de señalar y predecir. La apuesta de Carman y otros investigadores está hoy en la exhaustiva búsqueda en documentos antiguos para responder quizá algunas de esas preguntas.

El Mecanismo de Anticitera es, en comparación con nuestras monumentales ciudades-observatorio “pequeño”; tecnología primitiva en ambos casos, pero que respondía a intereses comunes. Tecnología antigua que apoyada en la moderna se redescubre, también, a sí misma.

herles@herles.mx

Google News

TEMAS RELACIONADOS