Aunque es difícil establecer el origen del género literario que hoy conocemos como “poesía”, se han hallado inscripciones jeroglíficas egipcias que se consideran las primeras manifestaciones poéticas de las que se tengan registros.

Hoy, los temas que se abordan son variados, desde aspectos espirituales, épicos, sobre derechos humanos, problemas sociales, la poesía se caracteriza por hacer uso de elementos de valor simbólico y de algunas imágenes literarias retóricas como la metáfora, lo que le da a este género un carácter más emocional.

Y desde Antonio Machado, García Lorca, Benedetti o el mismo Shakespeare, hemos sido testigos de un género cuyo objetivo es llegar a lo más profundo del alma de quien se acerca a ella buscando un medio de expresión. Y ha resultado mucho más enriquecedor el hecho de conocer la vida de cada autor, eso es tal vez el elemento que hace que cada palabra y cada verso tengan un importante significado, de ahí que muchos tenemos a nuestros favoritos, por algún motivo en especial, consiguiendo que el poema o partes de este se adapten a ciertos fragmentos de nuestras vidas.

Pero, ¿será posible que la Inteligencia Artificial logre escribir poemas tan bellos y emotivos como los de Shakespeare o Neruda? Hace unos días, Jey Han y Trevor Cohn, científicos de IBM Australia junto con colegas de la Universidad de Toronto, del departamento de inglés; presentaron su proyecto Deep-speare, un modelo algorítmico neural de lenguaje poético desarrollado a partir de la Inteligencia Artificial y cuyo objetivo es escribir poesía a partir de las reglas de ritmo y métrica.

Una vez terminado el modelo, Han y Cohn probaron resultados encuestando vía internet a una muestra de personas y preguntando si podían distinguir entre los versos desarrollados por Deep-speare y los escritos por un ser humano. El resultado de dicha encuesta mostró que la mitad de los encuestados no logró distinguir la diferencia entre lo escrito por el sistema y lo escrito por una persona y, además, varios determinaron que los versos de generados por la Inteligencia Artificial fueron mejores que los de Shakespeare.

Gracias a la estructuración de Deep-speare, los versos desarrollados en su sistema tuvieron mucha mayor precisión en cuanto a ritmo y métrica, temas que todo aquel que quiera dedicarse a escribir poesía debe estudiar y practicar casi religiosamente.

Después de revisar los resultados del trabajo de Deep-speare, Adam Hammond, un importante profesor de lengua inglesa y co-autor de un artículo que cuestiona el algoritmo del proyecto, aseguró un par de importantes argumentos, el primero es que para alguien que realmente conozca de poesía sigue siendo muy fácil saber si el texto fue escrito por la computadora o por una persona, pues aunque en cuanto a reglas la máquina cumple a la perfección,aún no tiene la capacidad de hacer algo leíble y que además evoque alguna emoción en el lector. El segundo, es que resulta muy complicado encontrar público lector que de verdad conozca y aprecie el trabajo que está detrás de la escritura de un poema y sólo se queda en la parte de la belleza de las palabras, es decir, ¿cuántos de los encuestados eran realmente consumidores de poesía? Deep-speare es pues un intento más por que la Inteligencia Artificial se menos artificial, y más “humana”.

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