En octubre de este año, Arequipa, la ciudad blanca del sur peruano, será epicentro de un debate tan urgente como fascinante: el futuro del idioma español en la era de la inteligencia artificial. El X Congreso Internacional de la Lengua Española (CILE), que reunirá a más de 260 conferenciantes, pone sobre la mesa una afirmación contundente del director de la Real Academia Española, Santiago Muñoz Machado: “Ya hay más máquinas que hablan español que personas”.

Esta frase, pronunciada en la sede del Instituto Cervantes en Madrid, resume el enorme cambio de paradigma que atraviesa nuestra lengua. No se trata solo de cuántas voces artificiales articulan palabras en español, sino de cómo esas máquinas están transformando el uso, la estructura y la comprensión del idioma. La inteligencia artificial ya no es un actor secundario: traduce, corrige, redacta, conversa y hasta interpreta ironías y contextos. En este escenario, la lengua española está dejando de ser solo una herramienta humana para convertirse también en un recurso digital modelado por algoritmos.

Lejos de alarmismos, el Congreso plantea una reflexión constructiva. La lengua está viva, y por tanto, evoluciona. Así como en siglos pasados se nutrió de influencias árabes, indígenas o anglosajonas, hoy el mestizaje ocurre también en la interfaz: emojis, neologismos técnicos, abreviaciones y formas sintácticas propias de la comunicación digital van dando forma a una nueva gramática cotidiana. Y en esto, las máquinas aprenden rápido.

Uno de los ejes del CILE será precisamente la interculturalidad del español, no solo como herencia sino como horizonte. En Perú, donde el 83% habla español como lengua materna y el resto se comunica en quechua, aymara u otras 40 lenguas originarias, la coexistencia lingüística es tan real como su reto tecnológico: ¿cómo integrar esta diversidad en los sistemas de IA? ¿Cómo garantizar que estas lenguas también sean habladas por las máquinas?

Otro eje fundamental será el lenguaje claro. En tiempos de saturación informativa, la comprensión se vuelve un derecho. Las instituciones, tanto públicas como privadas, deben comunicar de manera que cualquier ciudadano, independientemente de su nivel educativo, edad o condición, pueda entender lo que se le dice. La inteligencia artificial puede y debe ser una aliada en esta tarea: desde asistentes virtuales hasta herramientas de traducción simplificada, el potencial es enorme si se prioriza la accesibilidad.

La celebración del congreso en Arequipa, además, tendrá un carácter simbólico: será un homenaje póstumo a Mario Vargas Llosa, hijo ilustre de esa ciudad y figura clave en la promoción del evento. Su legado, profundamente ligado al idioma, será un faro en esta discusión sobre cómo hablarán y escribirán las futuras generaciones.

Hoy más que nunca, hablar de lengua es hablar de tecnología, de inclusión y de futuro. El reto ya no es solo conservar la pureza del idioma, sino entender que su vitalidad reside en su capacidad de adaptarse, de mestizarse, incluso de automatizarse. Y sobre todo, de seguir siendo puente entre las personas, sean humanas o artificiales.

herles@escueladeescritoresdemexico.com

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