¿El Internet sustituirá a las bibliotecas? Todo parece apuntar que vamos por ese camino. Quizá, como imaginó H.G. Wells en La Máquina del Tiempo, las grandes bibliotecas serán edificios sin libros, en donde una inteligencia artificial se dedicará a leernos cualquier título que nos venga a la cabeza porque en su base de datos está contenida todo el conocimiento de la humanidad. Quizá la cosa se ponga más distópica, como propone Steven Spielberg en Inteligencia Artificial, y solicitar información a una máquina implicará abrir la cartera; no sólo eso, esta inteligencia además no te dará las respuestas tan claras como las esperas, con la intención de que desembolses más y más dinero. Pienso en un puñado de empresarios que estarían gustosos de tomar este modelo, ellos mismos quemarían las bibliotecas con sus propias manos. Resulta curioso que la Fundación Asimov, autor que en algunas obras tampoco pintaba un futuro prometedor para los libros, encontremos una conferencia de “Por qué nuestro futuro depende las bibliotecas…”.

Pero hay una biblioteca que abrirá en 2114, una biblioteca del futuro en toda forma, y que tiene muy claro que es en papel y tinta como serán escritos los libros que ahí se ofrecerá. La Biblioteca del Futuro (nombre real que quizá se vea en la necesidad de cambiar en algún momento, por obvias razones) es un proyecto de la artista escocesa Katie Paterson, que ha plantado ya mil abetos de los que saldrá el papel para su biblioteca. También Paterson tiene ya a sus autores, escritores, algunos muy conocidos, que tienen que escribir para una generación que no conocerán. Serán 100 autores que publicados uno al año, lo que da a esta biblioteca vida por lo menos hasta el 2214. La Biblioteca del Futuro es entonces un proyecto que se irá desarrollando ininterrumpidamente por 300 años.

La Biblioteca del Futuro estará en Oslo, Noruega, donde están plantados también los árboles de Paterson, y en donde también se albergarán provisionalmente los libros de los 100 autores seleccionados, en la Biblioteca Diechman, libros que estarán bajo llave hasta el 2114, y que nadie, salvo los autores, conoce su contenido. Algunos de los autores confirmados son Margaret Atwood y Karl Ove Knausgard. El reto no es menor, por un lado, garantizar la realización de un proyecto que no verás tú ni tus hijos; que sobreviva a los cambios sociales y políticos; que sea, para aquella generación, atractivo tanto en su concepto como en su contenido; que decir del riesgo a la materia prima, árboles y textos, a causa de accidentes o la fuerza de la naturaleza.

De darse, esta Biblioteca del Futuro, si las cosas van para donde pintan, será más que una biblioteca una pieza de arte en sí misma, conceptual y alejada de lo que serán las bibliotecas para aquellos años. Por lo menos tiene el potencial de ser un recordatorio de este nuestro siglo, en que estamos debatiendo la practicidad de seguir imprimiendo en papel, y en donde las bibliotecas empiezan a ser ya sitios desconocidos para las nuevas generaciones.

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