Si algo nos ha enseñado este encierro es que al ser humano, en general, le cuesta desconectarse del otro, y de las redes, aplicaciones y herramientas destinadas a paliar las distancias.

Hay pocos artilugios orientados a conectar más allá de la vista y el oído a las personas e involucrar a otros sentidos; y si quitamos los destinados a algunos actos sexuales, la lista se reduce significativamente. Aquí el arte contemporáneo y la instalación, disciplina que gusta como pocas de aprovechar la tecnología, ofrecen algunas opciones interesantes. Y tenemos una de ellas al sur de la ciudad que vale la pena visitar.

Rafael Lozano-Hemmer es un artista que gusta trabajar a partir de distintas disciplinas: el tetro, la arquitectura y el perfomance se mezclan en sus instalaciones en las no es raro encontrar elementos tecnológicos de punta: robótica, sensores de todo tipo y redes para hacer de la experiencia personal, una colectiva, y su último proyecto apunta ahí.

Latidos es una instalación con sede en Plaza Artz Pedregal que consta de varios espacios para reflexionar acerca de las conexiones entre humanos desde la lejanía, acercarnos a través de otros sentidos. Con una premisa sencilla: el latido del corazón, la instalación de Lozano-Hemmer busca empatías a través de este órgano que simboliza tanto para nosotros. Primero, en Corazonadas Remotas, a través de dos estaciones conectadas a Internet, dos usuarios sienten las pulsaciones del otro a través de vibraciones; dos luminarias muestran, de manera visual, el acontecimiento. Esta parte del proyecto tiene la intención de que ambos participantes se encuentren en distintos recintos, uno de ellos en el Museo Amparo de Puebla.

Índice de Corazonadas añade un elemento personalísimo: las huellas digitales, el registro queda grabado en pantallas que muestran los datos de los últimos 10 mil participantes, que se van desplazando uno a uno al “olvido” fuera del registro, algo así como un memento mori, que nos hace conscientes que detrás de estos registros biométricos hay alguien que también concluye ciclos.

Tanque de Corazonadas: la frecuencia cardiaca del pública es analizada por sensores que convierten los datos en vibraciones que se reflejan como ondas en un par de tanques iluminados, aquí el individuo es parte de un todo; además, a través de unos monitores se muestran los signos vitales de todos que están participando en el experimento.

Almacén de corazonadas es una instalación en la que a través de un dispositivo se mide la frecuencia cardiaca del participante, una serie de luces en el techo comienzan a parpadear, empezando por la más cercana, poco a poco se expande a las demás luces y se va apagando poco a poco, en este caso se han implementado altavoces que amplifican el sonido del corazón, lo que convierte a la experiencia en una envolvente manifestación de la existencia a través de la luz y el sonido; esta pieza está inspirada en la alucinación del protagonista de Macario, de Roberto Gavaldón.

Hay que decir que hay protocolos de desinfección permanentes en todos los aparatos que implican contacto físico, antes y después de usarlos, y que la entrada a cada sala es limitada, por lo que la instalación cumple con las medidas necesarias para evitar posibles contagios. La entrada es libre todo septiembre. Si se anima, valdrá mucho la pena: Hay que anticipar la entrada a través de un registro en https://registroarteabierto.org/

herles@escueladeescritoresdemexico.com

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