Es inevitable escribir sobre el ​​​​​​​Subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell. La reciente actitud asumida por el funcionario federal, es injustificable. El funcionario quiere aparentar fortaleza, y en el fondo, demuestra debilidad extrema. Este reconoció desde su aparición en la escena mediática, que no es político. Hay que admitir que, efectivamente, en eso no mintió; es altamente notorio que eso de la mano izquierda, de plano no se le da, y cuando hablo de izquierda no es alusión ideológica, porque de eso, ni hablar.

Quedará al tiempo saber si es un buen o mal profesional de la salud y de algo sirvieron las tan presumidas credenciales como investigador y médico para afrontar esta crisis, pero, hoy, parece que el peso de la balanza no le favorece. Se ha visto confrontativo, pero no al estilo de borracho de cantina, hay que reconocer que tiene su propio estilo, digamos una nueva versión del beodo de salón.

El trato que da a todos aquellos que quieren conocer la verdad, respecto a lo que vive nuestra nación en torno a la pandemia por el Covid-19, ya sean representantes populares; medios de comunicación; sociedad civil u organizaciones sociales, todos, en algún momento, han sido víctimas de la soberbia y el mal modo adornado con encajes de Hugo López-Gatell. Rebuscado en su lenguaje, evita responder con certeza; al tiempo que pretende denostar a su interlocutor de forma irónica y grosera, con cierto disimulo.

Para muchos ciudadanos, es incomprensible saber cuál es nuestra obligación actualizada en esta etapa de la contingencia ya que, cancelada la Jornada Nacional de Sana Distancia, jubilaron de un plumazo al femenino personaje de Susana, misma que nos orientó para evitar el acercamiento social, y como consecuencia el contagio, según se nos dijo. ¿Acaso debemos interpretar que ya no sucederá nada, si nos aproximamos entre nosotros? ¿No provocará esto la salida masiva de personas reincorporándose a la convivencia social? Todo se ve tan confuso. Poco se comprende del ambiguo razonamiento del Subsecretario López-Gatell, ya característico en él.

¿No será acaso que la propia soberbia de López-Gatell lo lleva a quitar el estado de sana distancia, para cumplir con su pronóstico, y evitar aparecer ante los medios y la presión social como alguien que ha errado desde el inicio de todo esto? Hoy parece que lo más importante para el Subsecretario es cumplir con la fecha pronosticada; aunque esto sea irresponsable, los graves errores cometidos por López-Gatell, cobran una y otra y otra y otra vida.

Es lamentable cómo algunos funcionarios poco ayudan al Jefe del Ejecutivo Federal, buscando la confrontación. Más que la armonización entre los mexicanos.

¿Cómo hacer entender a los confrontantes, que el hombre que ganó la elección, de forma tan abrumadora y a la vez histórica, fue Andrés Manuel López Obrador, y no ellos? ¿Cómo hacerles entender que ha sido toda una vida de lucha la que lo ha llevado a consolidar un proyecto que hoy comparte con la nación, sin limitarse a una eventual aparición en la escena política? ¿Cómo hacerles entender, que mientras para algunos su estadía en el gobierno es circunstancial, para el Presidente de México ha sido una lucha incansable, sacrifical y, en algún momento, víctima de la persecución? ¿Cómo hacerles entender que, hoy, son lo que son, gracias a la decisión del Presidente de México?

¿Por qué no ayudar al Presidente, evitando mayores complicaciones políticas? en un momento en el que miles de mexicanos lloran la pérdida de un ser querido, o sufren el golpe económico. ¿Por qué no dejar a un lado la soberbia y altanería, y aproximarse más a la propuesta del propio Andrés Manuel López Obrador que desde el arranque de su mandato, promovió la reconciliación nacional? López Obrador es único, nadie puede asumir el rol contestatario del Presidente de México.

Diputado federal

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