Recientemente, la Suprema Corte de Justicia de la Nación declaró inconstitucional la penalización por aborto en caso de violación. Aunque esta decisión, por supuesto, no le resta mérito a la SCJN, y pareciera atender el reclamo airado de feministas en torno a ejercer con libertad el derecho a decidir sobre su cuerpo, lo que resulta verdaderamente increíble es que aún existan casos como el de la menor chiapaneca, que padece parálisis cerebral severa y vive en condiciones de pobreza y, además, ahora se suma a las miles de víctimas que, por violación, sus vidas han tomado un curso adverso.

Este caso se presentó en el Hospital General de Tapachula “Dr. Manuel Velasco Suárez”, donde la menor y su familia fueron revictimizadas al rechazar practicarle la interrupción del embarazo producto de una violación.

En México, de acuerdo con el Centro Nacional de Equidad de Género y Salud Reproductiva, casi 10 mil niñas entre 10 y 14 años han sido víctimas de uno de los más terribles flagelos que puede padecer un ser humano: el ser ultrajadas y violadas. Esta cifra corresponde apenas al año 2020. Además, ha presentado estadísticas verdaderamente alarmantes que muestran que todos los días 32 niñas mexicanas son víctimas de violación sexual y la consecuencia de ello es un embarazo, obviamente, no deseado.

Existe preocupación en el Sistema Nacional de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes (Sipinna) como consecuencia de las cifras tan altas que colocan a nuestro país, de acuerdo con la OCDE, en el desafortunado primer lugar a nivel mundial de abuso sexual infantil, con la alarmante y escandalosa cifra de 5.4 millones de casos registrados al año.

Se calcula que, de cada mil casos de abuso, solo se denuncia ante la justicia el 10 por ciento de estos, y de esos 100 solo se judicializa el 10 por ciento, de los cuales solo uno concluye con la condena del agresor; es decir, la impunidad en este terrible delito es una de las cifras más altas, considerando que asciende al 99 por ciento.

Nuestra sociedad aun no reacciona con la conciencia necesaria para acabar con este terrible hecho delictivo. La violación y el abuso sexual se oculta en los hogares de la población mexicana y lastima de forma severa la integración familiar.

El silencio de las víctimas ante la vergüenza que este tipo de hechos les causa se acompaña por el propio silencio de sus familias, además de que, en algunos casos, las víctimas son amenazadas por los agresores para evitar ser denunciados. Todo esto genera un irreparable efecto social que solo podrá abatirse cuando exista la conciencia de nuestra sociedad de que este tipo de delitos debe ser denunciado y las autoridades atenderlo de forma profesional y humana, para mitigar la dolorosa sensación del ultraje a una persona.

Y es que la violación en muchos casos es el móvil o la motivación para que estos delitos se conviertan en feminicidios. Lo terrible del caso es que la violación y el feminicidio parecieran ir al alza, sin que exista una notoria evidencia de que las medidas gubernamentales tomadas permiten abatir este terrible mal.

Entonces, sería importante generar políticas públicas que atiendan el origen y las causas de esta condición, que mucho tiene que ver con el valor que como personas damos a otro ser humano.

El feminismo debiera ser la práctica adoptada por cualquier integrante de nuestra sociedad, sin importar su género o ideología política. El feminismo solo busca la igualdad entre las personas. Es tiempo de que nuestra sociedad evolucione para alcanzar la dignificación del ser.

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