¿Cuál sería la pregunta que se tendría que hacer a cualquier aspirante para formar parte tanto del actual gobierno, como del partido oficial? Esa cuestión sería: ¿qué significa la Cuarta Transformación?

Parece sencilla la respuesta, y aunque todos hablamos de forma habitual de la 4T como distintivo de una clase política, la gran mayoría de los funcionarios gubernamentales y dirigentes de Morena, poco o nada han logrado interpretar a la hora de actuar conforme a lo que el jefe del ejecutivo ha manifestado en innumerables discursos, respecto a la transformación que busca del país, como prometiera en sus propuestas de campaña.

Se podría sintetizar simple y llanamente que la 4T es una propuesta ideológica, que retoma los principios fundamentales para la consolidación de una sociedad, logrando el bienestar y la tan anhelada felicidad de los ciudadanos, con un gobierno justo, equitativo y equilibrado; donde el abuso del poder; la restricción de las libertades; la persecución política; la intolerancia a la diversidad de opinión, no tengan cabida. Un gobierno que reestablezca los principios morales, que combate al enraizado flagelo de la corrupción y, sin distinciones, gobierne para todos y cada uno de los mexicanos.

Está más que claro que el presidente Andrés Manuel López Obrador ha generado para sí un sentido auténtico, personal y, por supuesto, reflexivo, de lo que requiere y necesita con urgencia el pueblo de México. El Presidente busca para los habitantes de este país, los equilibrios que otorguen a cada mexicano la posibilidad de alcanzar la plenitud, erradicando los vicios enquistados en la clase política, sus instituciones y la propia sociedad. Es impensable siquiera que la 4T no tenga un sustento ideológico convincente con su argumento, consolidándose como la mejor propuesta para una forma o estilo de vida.

La construcción ideológica que tiene nuestro actual presidente, adquirida por la visión de destacados estadistas y compatriotas como Benito Juárez y Francisco I. Madero, han provocado el nacimiento de un pensamiento acoplado a los tiempos actuales, urgiendo adoptarlo de inmediato para alcanzar la estabilidad que necesita nuestra sociedad. La 4T no debe ser usada solamente para atender aspiraciones personales de crecimiento y adquisición de poder, sino como la posibilidad fundamental para lograr la dicha del colectivo.

Está claro que la praxis política que debe acompañar toda acción de gobierno, hoy cuenta con una propuesta que debe de enriquecerse y fortalecerse de forma equilibrada, para que al paso del tiempo quede en la memoria de la humanidad como una de las mejores alternativas en la vida de nuestra sociedad.

Los principios con que se promovió la creación de Morena, cuentan con una visión que, de manera vergonzosa, se han dejado de atender: la tolerancia, la inclusión, la libertad de expresión, la diversidad de ideas. Todos esos principios quedaron cancelados cuando en días pasados no se permitió el uso de la voz a uno de los hombres que más ha aportado a la democracia mexicana; me refiero a Porfirio Muñoz Ledo, quién con gran vehemencia y envidiable lucidez, entiende de forma profunda y fiel los principios irrenunciables que dieron vida a ese proyecto político. Porfirio fue censurado en una de las máximas tribunas que pertenecen al pueblo de México. Sus camaradas de partido le impidieron que expresara y asumiera el papel que le corresponde.

La forma decidida, congruente y valiente con la que el octogenario legislador asumió su deber en tal acto, se suma a las muchas batallas que a lo largo de su vida pública le han correspondido vivir y que, sin duda, le garantizan un espacio en las páginas de nuestra historia como un verdadero demócrata. Siempre recordado como el gran Porfirio.

Diputado federal

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