Es innegable que la atención en el actual proceso electoral se concentra fundamentalmente en los candidatos y candidatas que buscan gobernar los 15 estados de la República que habrán de renovar gobernadora o gobernador; sin embargo, es comprensible que el interés específico de los aspirantes se enfoque más sobre intereses político-partidistas locales y no así, en el contexto nacional. Por ello es relevante destacar que para los partidos políticos nacionales, así como para el Ejecutivo federal, el interés y la atención están en la posibilidad de obtener el mayor número de triunfos en los 300 distritos a diputados federales, que forman parte del gran mosaico electoral que el próximo 6 de junio habrá de definirse mediante el mandato popular.

Por ello, las alianzas y la estrategia que se implementan son de singular relevancia cuando se trata de contar con la mayoría necesaria en el Congreso federal, para que se permitan los avances necesarios y la consolidación de los planes de gobierno del Ejecutivo federal. Sin embargo, esto parece importar poco a actores de menor dimensión política, quienes en muchos de los casos defienden su modesto coto de poder con el único fin de sostener sus canonjías, sin tener presente la proyección nacional que garantice al presidente de la República el éxito en su gestión pública.

A estos grupos minoritarios, enquistados en los diferentes partidos políticos, poco les importa lo que pase en torno al resultado nacional. Lo importante, para ellos, es jugar la posición que creen les corresponde, cumpliendo compromisos de menor escala y dinamitar, si es necesario, los acuerdos nacionales que entre los partidos políticos se construyen con gran dificultad.

La conformación de Morena hoy ya es similar a la que dinamitó internamente al PRD. Ya está conformada por tribus, que anteponen su interés grupal al interés colectivo partidista.

A punto están de arrancar las campañas a diputados federales, locales, alcaldes y regidores. La confrontación territorial está por iniciar: la lucha será cruenta e intensa. Serán 60 días con expectativa reservada.

La alianza partidista entre Morena, Partido del Trabajo y el Verde Ecologista debe ser prioridad para el partido oficial, ya que se concentra en obtener el mayor número de curules en la Cámara baja. La aportación en votos que se genera por el arraigo y presencia de los actores políticos tiene que ser tomada en cuenta y lograr el justo equilibrio y la justa compensación; la que corresponde a la dimensión política de cada actor local.

Para algunos partidos políticos, lo que está en juego es su registro y la posibilidad de continuar vigentes en la vida electoral del país; para ellos, el juego es mayúsculo; para ellos, la aportación de votos que obtengan de los actores políticos en turno será determinante para tener continuidad partidista. De los 10 institutos políticos que habrán de aparecer en la boleta, la posibilidad de que un 40 por ciento desaparezca es altamente probable.

En una elección intermedia como la que estamos a punto de vivir, las estructuras partidistas marcan la diferencia. La estructura partidista es la que permite dar la justa dimensión y el valor exacto a cada partido político, esta elección depende mucho de la fortaleza de la estructura electoral construida. Para el 6 de junio, un ciclo habrá de cerrarse para dar cabida a una nueva y distinta composición política nacional y local.

Diputado federal.

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