Ante la polémica desatada, como consecuencia de la investigación periodística que se realizó en torno a propiedades de familiares y personas cercanas al director de la Comisión Federal de Electricidad, Manuel Bartlett Díaz, y que aparentemente revela una fortuna acumulada de forma sospechosa a lo largo de diez años, el nombre de la doctora María de la Luz Mijangos y el de su esposo Jaime Cárdenas salieron a relucir.

Es lamentable que se pretenda siquiera insinuar que por el hecho de que Jaime Cárdenas, en algún momento de su vida profesional, asesoró legalmente a Manuel Bartlett, es suficiente para pretender configurar un posible conflicto de interés, por ser Jaime Cárdenas esposo de la hoy Fiscal Anticorrupción, María de la Luz Mijangos.

Solo se puede imaginar algo así cuando se desconoce la trayectoria y la vida proba de ambos personajes. Jaime Cárdenas es un reconocido jurista, constitucionalista y legislador, que ha dado muestra de que lo suyo no es ni el litigio, ni el coyotaje. Jaime Cárdenas se ha distinguido como un destacado académico e intelectual.

Y qué decir de la doctora María de la Luz Mijangos, quien de igual forma se ha destacado por su capacidad profesional y honorabilidad a toda prueba. Mijangos siempre ha sido reconocida por propios y extraños como una mujer con determinación, pero sobre todo por su conducta honesta y apegada a la legalidad.

Recientemente incluso el diputado local de Acción Nacional, Jorge Triana, aclaró a través de un comunicado que, en el proceso electoral pasado, al participar en una mesa de debates, de ninguna manera había sido su intención inducir al público a pensar que la doctora Mijangos no era digna de ocupar el cargo que hoy ostenta como Fiscal Anticorrupción y eso fue como consecuencia de que la propia Fiscal inició ante la autoridad competente acción legal para evitar que fuera manchado su nombre.

Lo que sí está claro es que muy pronto habrá de acumularse una importante carga de trabajo en la Fiscalía que encabeza María de la Luz Mijangos, ante la posibilidad de los embates no sólo jurídicos, sino mediáticos y políticos, entre adversarios y que seguramente saldrán a relucir en tiempos venideros.

Ojalá y esta Fiscalía por lo menos cuente con los instrumentos necesarios de equipamiento, personal y todo tipo de recursos necesarios para desahogar y cumplir cabalmente con su atribución.

De refilón:

El cambio en el mando de la policía capitalina que decidió la jefa de Gobierno de la CDMX, Claudia Sheinbaum, y provocó la salida de Jesús Orta y el arribo a la Secretaría de Seguridad Ciudadana de Omar García Harfuch, es sin duda un acierto, ya que García Harfuch ha dedicado su vida a la preparación, el perfeccionamiento y especialización en temas vinculados con seguridad pública.

Es una muestra clara de que, no obstante que trabajó en la anterior administración, hay personajes que dedican su vida al servicio público y su compromiso y responsabilidad están con la institución a la que representan.

Todo parece indicar que el arribo de Omar García Harfuch como responsable de la seguridad de la ciudad, a muchos da la certeza y tranquilidad de que no solo habrá de aplicar su experiencia, también su conocimiento profesional. La inteligencia que se aplica en todo protocolo de investigación habrá de garantizar a la jefa de Gobierno información exacta con sustento científico y técnico, que le permita tomar decisiones y no hacerlo con base en falsos rumores.

La ciudad, al igual que el país entero, sufre una ola de violencia y se requiere de echar mano de los hombres y mujeres más calificados y reconocidos en el servicio público.

El que algunos pretendan lastimar la imagen de García Harfuch por sus antecedentes familiares o como consecuencia de sus cargos anteriores, no abona ni contribuye al respaldo que requiere alguien que lleva como carga, simple y llanamente, la tranquilidad de los capitalinos.

¡Enhorabuena y los mejores deseos de éxito en la encomienda para el nuevo secretario de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México!

Diputado federal

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