En la mañanera del pasado viernes, y en el marco para anunciar la inclusión de nuestro país en acciones mundiales que buscan crear una vacuna para inmunizar a los seres humanos contra el coronavirus Covid-19, el Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, leyó un texto sobre las lecciones que ha dejado la aparición de este terrible mal. El documento refleja la congruencia del Presidente de México respecto a su formación ideológica de izquierda. La búsqueda del bienestar colectivo, de las masas populares, es el eje rector que enarbola la izquierda mexicana.

El tema de la salud pública se aborda de los puntos uno a cuatro, destacando la necesidad de fortalecer los sistemas públicos de salud, explicando que, al igual que la educación y la seguridad social, la salud no puede considerarse como una simple mercancía o un privilegio, sino un derecho inherente a todos los seres humanos. Menciona la necesidad de atender enfermedades crónicas como la obesidad y la diabetes, entre otras; así como proporcionar la orientación nutricional debida, impulsando el fomento al ejercicio físico. Lo anterior, como un proceso progresivo que no debe ser exclusivo de una nación; es decir, debe implementarse como una acción global urgente.

En sus reflexiones, el Presidente AMLO reafirma la importancia que tiene la salud como derecho humano fundamental, pidiendo de manera enfática a la Organización de la Naciones Unidas (ONU) y a la Organización Mundial de la Salud (OMS), convoquen a los distintos gobiernos del mundo, y a la comunidad científica mundial, para canalizar recursos en pos de desarrollar las vacunas requeridas en contra del Coronavirus y otros males que aquejan a la humanidad. Lo que busca y pretende el Presidente de México es que efectivamente se conjunten esfuerzos para que sea una vacuna accesible a todos los seres humanos, evitando que una nación, de forma mezquina, se apodere de este desarrollo científico para lucrar con él.

Hay que reconocer la actitud responsable y humanitaria con la que actúa el primer mandatario, al mismo tiempo que hace patente su congruencia ideológica. Lo que no empata con esa congruencia, es la actuación poco proba del subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell, quien ya ha sido más que evidenciado respecto a sus pifias e imprecisiones. Está claro que oculta la realidad de la crisis.

López-Gatell ha manifestado no ser político, no sabemos si profesa alguna ideología; sin embargo, exhibirse ante el pueblo de México como “rock star”, o como dicen algunos integrantes de Morena: “el Brad Pitt de la 4T”, lo muestra como un hombre frívolo, además de insensible y poco solidario con las familias de miles de personas que han fallecido a consecuencia de la pandemia que hoy vivimos, y de miles más que, lamentablemente, habrán de acumularse. Con el transcurrir del tiempo, seguramente conoceremos la verdad y López-Gatell será el héroe o villano de esta historia. Existe la duda razonable si es que es un buen político o profesionista, aunque lo que sí está claro es que es un pésimo declamador.

Diputado federal

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