El polémico gobernador de Nuevo León, Samuel García Sepúlveda, trastabilló una vez más cuando, la semana pasada, informó a sus paisanos que habría de llevar agua a Nuevo León desde la huasteca potosina. Lo anterior, a través del proyecto hidráulico Monterrey VI.

Samuel García nunca imaginó que el gobernador de San Luis Potosí, Ricardo Gallardo Cardona, le corregiría la plana casi de inmediato. Dicen que en política la forma es fondo; por lo que es difícil de entender esa actuación imprudente en alguien que de forma consistente toma decisiones de diferente índole.

Es innegable que el regiomontano ha tenido éxito en las redes sociales. Ya sea por morbo o por simple entretenimiento, ganó adeptos que, finalmente, lo llevaron a ocupar el máximo cargo político de ese estado; sin embargo, cuando se trata abordar temas como el de los recursos naturales y más si están relacionados con el vital líquido, la prudencia, sensatez y buen oficio son fundamentales.

Samuel, quien ha exhibido su vida de lujos y de dispendio económico, se muestra de manera frívola ante un sector que, otrora, eran potenciales electores y que hoy, son sus gobernados.

Las políticas públicas sustentan su efectividad no sólo en una adecuada planeación, con objetivos claros y diseños estratégicos. Tal vez, el gobernador neoleonés olvida que cada estado del territorio nacional es libre y soberano, y el gobierno de cada entidad tiene la obligación de cuidar y defender los recursos naturales de sus gobernados.

Una vez que el gobernador Ricardo Gallardo manifestó que el agua de la huasteca es prioritariamente para los indígenas de esa región, los bots de Samuel hicieron sonar los tambores de guerra, pretendiendo generar presión a su homólogo potosino; sin embargo, la reacción de los potosinos se hizo escuchar al unísono en todos los sectores, tanto políticos como sociales, para apoyar la decisión de Gallardo Cardona de defender los recursos que genera su estado. Con lo que respaldaron el eslogan gubernamental que dice: “Potosí para los potosinos”.

De forma notoria se incrementó la popularidad del gobernador Ricardo Gallardo ante la intentona de embate que, mediáticamente, quiso generar el gobierno de Nuevo León.

Hoy, los diferentes sectores del estado de San Luis Potosí han cerrado filas en defensa del preciado líquido. No cabe duda que el gobernador Samuel García es un experto en manejo de redes y, en esta ocasión, sus redes fortalecieron a quien pretendió presionar y denostar.

El conflicto no es entre los pueblos a los que nos hermana el simple hecho de ser mexicanos. El conflicto lo generó un gobernante que, con poca sensibilidad política, cometió una imprudencia más y pretendió una confrontación de carácter social.

Lo grave de todo esto es que, de inmediato, circuló información de las verdaderas intenciones de este proyecto hidráulico; no es para atender al grueso de la población popular de Nuevo León, esta obra habría de favorecer a las zonas con mayor capacidad económica.

La discrepancia entre los dos gobernantes quedó debidamente acreditada: mientras Gallardo Cardona, que emana del pueblo, defiende los intereses de las clases más desposeídas de la huasteca potosina; todo parece indicar que el gobernador Samuel García hace lo propio, al defender los intereses de las clases pudientes y poderosas de su estado.

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