Después del triunfo que la alianza del Partido del Trabajo y el Partido Verde Ecologista de México lograron, al llevar a la gubernatura de San Luis Potosí a Ricardo Gallardo, además de obtener seis diputaciones federales y el control del Congreso local, quedó en claro que la fórmula PT-PVEM logró lo inimaginable. Pocos creían en el contundente triunfo del potosino Gallardo Cardona; sin embargo, es quien confirma que en política no hay nada escrito y cualquier cosa puede suceder.

Está claro que el mayor mérito lo tuvo su candidato y ahora gobernador, quien, durante 12 años, dedicó de forma consistente su trabajo a favor de ese proyecto.

Muy reconocido es lo que se alcanzó en este espacio del país; sin embargo, obtiene mayor mérito que el triunfo lo obtuvo en una de las regiones con mayor conservadurismo; es decir, la alianza PT-Verde Ecologista, encabezada por Ricardo Gallardo, consiguió no sólo romper con 90 años de control político de un grupo conservador, lo que logró fue penetrar en la zona de mayor influencia que, en su momento, tenían los conservadores: San Luis Potosí, junto con Aguascalientes, Guanajuato y Querétaro.

Cuando hablamos de conservadurismo no hacemos referencia solo al Partido Acción Nacional; el Revolucionario Institucional y otras fuerzas políticas demostraron, en el pasado proceso electoral, sus verdaderas raíces, al promover lo que en otro tiempo fue la impensable alianza PAN-PRI-PRD.

La zona Centronorte-Occidente del país, conocida como el Bajío, por su valor político, es estratégica para fines electorales y, para quien pretenda un proyecto nacional, es fundamental contar con el acompañamiento de esos equipos políticos.

El próximo año, estaremos viviendo los procesos de renovación de gubernaturas en 6 estados de la república: Tamaulipas, Oaxaca, Quintana Roo, Hidalgo, Durango y finalmente Aguascalientes.

Aguascalientes se convierte en la joya de la corona, no solo por sumar una gubernatura a cualquier fuerza política, va más allá de eso; para los conservadores es un punto estratégico que, si las fuerzas liberales logran penetrar, el cambio para Guanajuato y Querétaro en poco tiempo sería inevitable.

Los estados en disputa darán mucho de qué hablar y la efervescencia política estará a todo lo que da con confrontaciones, denuncias, falsas noticias, y todo aquello que pueda lastimar y denostar al adversario.

Sin duda, esta es la última elección en la antesala de lo que habremos de vivir en la renovación de la presidencia de la república en el 2024. El próximo año, estaremos a dos años de que concluya el actual gobierno y, por eso, el proceso que se avecina y que tendrá su resultado final el 5 de junio del año por venir, en mucho, vislumbrará lo que habrá de ocurrir en el proceso de renovación del Ejecutivo Federal.

Diversos movimientos se han generado en días pasados preparando esta justa electoral, y los órganos responsables de llevar con legalidad este ejercicio democrático ya iniciaron en cada uno de los estados con la instalación de los consejos que participarán en la renovación de estas gubernaturas.

Recientemente, en la región tamaulipeca fue nombrado delegado de Programas para el Desarrollo, Rodolfo González Valderrama, quien es considerado un buen político, modesto, inteligente y con cualidades justas y necesarias para gobernar aquella región. Hay cercanos a la 4T que no dudan en calificarlo como el cuadro ideal para encabezar el proyecto de renovación del gobierno de esa entidad, como representante de la alianza Morena-PT-PVEM.

Muchos esperan que esta alianza se sostenga; sin embargo, hoy quedó claro que solo se requiere de contar con una alianza como la del PT y PVEM, y el abanderado adecuado para lograr una victoria contundente.

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