No es de extrañar lo crispado y ríspido que día a día se vuelve el proceso electoral que vive nuestro país con rumbo al próximo 6 de junio , cuando habrán de renovarse 15 gubernaturas, 300 diputaciones federales por el principio de mayoría relativa, 200 por representación proporcional, 1,063 diputaciones estatales de 30 congresos locales, 1,926 presidencias municipales y alcaldías, 2,122 sindicaturas, 15,107 regidurías y 635 juntas municipales; todo esto toma mayor relevancia dada la polarización política que, por primera vez, se registra en la historia de nuestra vida democrática, al tener dos bloques opositores.

La forma en cómo los partidos políticos han construido alianzas con fines electorales da la razón al presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, cuando vaticinó el escenario que ya se vive: por un lado, la derecha, y, por el otro, la izquierda , conservadores y liberales; así lo dijo el primer mandatario que además conminó tanto a partidos como a actores políticos a una pronta definición. Hoy, está más que claro quiénes atendieron ese llamado, algunos tomaron la decisión de refrendar su estadía y permanencia en la izquierda, y otros actores y partidos tomaron su definición hacia la parte opositora.

El bloque encabezado por el PAN, PRI, PRD y el más recalcitrante de los adversarios y enemigo de la 4T, Claudio X. González, dueño de Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad, se coló en el propio frente opositor con su agrupación política “Sí por México”, eslogan que, incluso, algunos aliancistas de la derecha ya utilizan; y, por el otro lado, la intentona del bloque de izquierda, con los partidos Morena, PT, PVEM y, en algunos casos locales, Nueva Alianza, donde no logró consolidar la unidad requerida y sucumbió al interés de grupos minoritarios y actores políticos de moda que, con su estridencia y mezquindad, imposibilitaron un mejor escenario electoral para el grupo de partidos y actores políticos que actúan a favor del actual régimen.

El intento del primer mandatario por buscar la armonización y la unidad, por lo menos de quienes coinciden ideológicamente con él, se ha ido rezagando debido a que gobernantes estatales y municipales, anteponiendo su interés ya sea político o personal, han obstaculizado la posibilidad de enfrentar al adversario en unidad; pero, peor aún, muchos de ellos ni siquiera han logrado identificar al verdadero adversario para poder hacerle frente y conservar así el poder gubernamental, que permita consolidar un proyecto ideológico como el de la 4T.

Para esos actores políticos esto es lo menos relevante, lo importante es satisfacer sus pasiones humanas, que efímeramente les concede el poder; atrás quedaron los ideales de justicia y libertad. Olvidaron cuántas veces fueron reprimidos y ahora reprimen; cuántas veces fueron perseguidos y ahora persiguen; pasaron de víctimas a victimarios.

La historia ha mostrado en repetidas ocasiones que nadie se perpetúa en el poder, y que no se puede minimizar el efecto que puede causar aquel que se considere adversario, por menor que este sea, y cualquier fuerza política puede dar la sorpresa, como en su momento lo hizo el propio partido Morena que, aún en su incipiente formación, logró uno de los mayores triunfos electorales de la historia moderna de México.

Hoy, el intento de frenarse entre sí, usando el poder que corresponde a cada uno, mostrará el temple de quienes conciben la política como el instrumento más fidedigno para alcanzar el bienestar colectivo; de aquellos, que, de forma auténtica, conciben la ideología como el vehículo para alcanzar la tan anhelada perfección social. Hoy, en muchos, la política se enaltece como su eje de vida, cuando se busca la justicia, para ellos ¡Patria o muerte! sigue siendo su motor impulsor y ¡Hasta la victoria siempre!, su mayor esperanza.

Diputado federal

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