Dos marinos desaparecieron hace cinco meses, el pasado 6 de marzo de 2022. Hasta ahora, el dato más firme sobre las órdenes que recibieron antes de su desaparición es un documento que el 11 de marzo el entonces secretario de Seguridad Pública de Acapulco, Guerrero, Maximiliano Serrano Pérez, dirigió al comandante del Batallón de Infantería de Marina número 22, cuya base se encuentra en Acapulco.

El documento, con los sellos correspondientes, lleva el número de oficio SSP/02480/2022 e involucra en los hechos de desaparición, como se ha dicho, a la presidenta municipal de Acapulco, Abelina López, y al senador de Morena por Zacatecas, José Narro.

La relación política de López y Narro tiene como punto de partida la campaña electoral de 2021. La candidatura de López no despegaba y se aproximaba la fecha de la elección. Narro fue enviado en su auxilio al frente de un equipo de operadores.

Abelina ganó.

Fuentes al interior de Morena confirman que el premio para el senador consistió en la entrega de una serie de cargos, para gente de su grupo político, dentro de la administración municipal de Acapulco.

La historia comienza en ese punto.

En el documento enviado a sus superiores el 11 de marzo, el capitán de corbeta Serrano Pérez informó que “el viernes tres de marzo” (en realidad aquel viernes era 4 de marzo, pero el caso está lleno de contradicciones) salió a la Ciudad de México con su chofer y sus escoltas personales “a fin de gestionar apoyos para temas de seguridad”.

Dijo que a las 10 de la noche le llamó la alcaldesa y le pidió que le enviara dos elementos al senador Narro. Dijo que le dio a dos de sus hombres la encomienda verbal de que se incorporaran “de inmediato con el citado funcionario”, y que generó más tarde los oficios de comisión. Dijo también que los elementos recibieron de Narro una camioneta y que se reportaron con él por última vez “el domingo 5 a las 20:00 horas” (en realidad el domingo era 6).

No se volvió a saber de ellos. Según Serrano, “tras agotar los medios de comunicación” informó de los hechos, vía telefónica, al vicealmirante René Alberto Canto. Recibió a continuación una llamada del director de Inteligencia Naval, y por último se presentó para exponer verbalmente el caso ante el almirante Julio César Pescina.

Del lado de los involucrados, Abelina López negó haber solicitado el envío de los marinos: “Yo no firmé nada, yo no sé nada, nada más eso les digo”. El senador Narro dijo que no había hecho ninguna solicitud, más tarde afirmó que sí la había hecho, “pero se hizo a destiempo”. Reconoció que había un oficio con su firma solicitando a los escoltas, pero dijo “el oficio nos lo pidieron, nosotros lo mandamos sobre todo porque se había tomado una decisión sobre todo de la gente responsable de la seguridad en Acapulco”.

Más tarde señaló que los custodios nunca estuvieron bajo su responsabilidad y que todo era una guerra sucia para evitar su llegada a la Mesa Directiva.

Según información recabada en dos carpetas de investigación por la reportera de Latinus Monserrat Peralta, en un escrito dirigido a la fiscalía capitalina, Narro reconoció que sí había pedido a los escoltas, desde el 2 de marzo, y que el sábado 5 se presentaron ante él en un restaurante de Coyoacán (más tarde se supo que comía en ese sitio con el gobernador electo de Tamaulipas, Américo Villarreal). Dijo que “por considerar que las actividades para las que había pensado que me serían de utilidad ya habían concluido, les hice saber que ya no era necesario su apoyo”.

El secretario de Seguridad aseguró que los marinos –Óscar Manuel González Andrade y Victoriano Rodríguez Zurita— se habían reportado con él, “sin novedad”, “en horarios de 8:00 a 20:00 horas” y que ya no supo de ellos desde el domingo a las ocho de la noche: es decir, ambos estuvieron en contacto hasta 24 horas después del momento en el que, supuestamente, fueron despedidos por Narro.

Revelé en esta columna que el secretario de Gobernación le pidió a Narro que se entrevistara con el secretario de Marina. Que Narro acudió a la cita y explicó que aquella tarde los marinos iban acompañados por una tercera persona.

Según la investigación, esa Tercera Persona había tomado parte también en la campaña de Abelina.

Para enredar más las cosas, existe la versión de que el oficio a través del cual Narro le solicitó a Abelina a los escoltas fue emitido por un colaborador del senador, a solicitud del secretario de Seguridad de Acapulco, quien “probablemente” quería ganar tiempo para ver si sus hombres aparecían.

De acuerdo con fuentes de seguridad, solo cuatro personas, las personas aquí citadas, podrían saber a qué vinieron los marinos a la ciudad: solo ellos o algunos de ellos podrían saber si fue para traer o llevar “algo”. Solo ellos podrían decir qué ocurrió el domingo 6 de marzo.