Cerca de las seis de la mañana del lunes pasado, la Comisión Estatal de Seguridad de Morelos recibió el reporte de que había detonaciones de arma de fuego en la Central de Autobuses Estrella de Oro de Cuernavaca. Policías de investigación, paramédicos y personal de servicios periciales se trasladaron al lugar.

Ahí hicieron el levantamiento legal de cinco cadáveres del sexo masculino. Tres de las víctimas habían sido acribilladas en el área de estacionamiento, una más en la puerta de la terminal; la última, mientras intentaba huir hacia los andenes.

Los agresores llevaban cerca de una hora esperando la llegada de un autobús procedente de Guerrero. Más tarde se supo que a quien aguardaban era a Gabriel León Villa, apodado El Gaby.

El Gaby es uno de los personajes que aparece en el expediente del caso Ayotzinapa. Fue detenido por la Policía Federal, en Iguala, Guerrero, en enero de 2016. Según el parte, iba en una moto con reporte de robo, y llevaba entre las ropas una granada de fragmentación.

Cabe aclarar que su nombre no figura en la lista de presuntos torturados por el caso Iguala que elaboraron la ONU y el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes, GIEI. El Gaby, sin embargo, manifestó ante personal de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, CNDH, que en el estacionamiento de las instalaciones de la Policía Federal, en Iguala, lo hincaron, lo golpearon y trataron de asfixiarlo con una bolsa “como 33 veces”.

Un juez lo liberó más tarde.

El Gaby era halcón de Guerreros Unidos. A través de un radio de comunicación informaba a sus jefes todo movimiento extraño. La noche en que desaparecieron 43 estudiantes de la normal rural Isidro Burgos, oyó que el jefe de plaza de Cocula, Gildardo López Astudillo, El Gil, se comunicaba con uno de los mandos de Guerreros Unidos “para decirle que estaban entrando Los Rojos a Iguala, refiriéndose a los normalistas de Ayotzinapa, dando la orden de desaparecerlos”.

En la larga y minuciosa declaración que rindió aquel día, reveló el organigrama, los nombres, los apodos, la estructura operativa de Guerreros Unidos.

En su informe sobre el caso Iguala, la CNDH apunta que lo dicho por El Gaby coincide en innumerables puntos con lo que declararon otros miembros de la organización criminal sobre los que no recae la sospecha de que fueron torturados.

Los hermanos Bernabé Sotelo Salinas, alias El Peluco, y Cruz Sotelo Salinas, alias El Oaxaco, declararon, por ejemplo, en presencia no solo de su abogado defensor, sino de integrantes del GIEI y del Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro, según lo documenta la Comisión Nacional de Derechos Humanos en la página 825 de su Recomendación sobre el caso Iguala.

El Peluco y El Oaxaco revelaron frente a todas estas personas —sigo el reporte de la CNDH— que recibieron de la policía municipal a los alumnos desaparecidos y “que los 43 normalistas fueron incinerados en el Vertedero de Cocula”. Otros miembros del grupo criminal señalaron incluso que El Oaxaco fue el encargado de “hacer la parrilla o plancha” donde iban a quemar “con llantas, piedras y leña”, los cuerpos de los alumnos.

En esas declaraciones, “que no adolecen de cuestionamiento ni legal ni público”, según la CNDH, los hermanos Sotelo señalaron que la camioneta en que los alumnos fueron llevados al tiradero de basura era propiedad de El Gil: ambos trabajaban para él: lo habían conocido siendo choferes de unos taxis que el jefe de plaza poseía.

El nombre de El Gil, jefe de plaza en Cocula, recorre no solo el expediente sobre el caso que armó la PGR: es también una de las piezas centrales en las dos mil cuartillas de la investigación realizada por la CNDH, y aparece otra vez como personaje central en varios mensajes de teléfono que la DEA intervino tras los sucesos de Iguala. En uno de esos mensajes, El Gil ordenaba a sus subordinados: “Que por el momento todos se cuadren y si los agarran que pongan a los rojos y a Omar Cuenca que no vayan a poner la casa, pendientes”. Después de la tragedia, El Gil le informó a uno de sus socios: “Salte de Iguala porque hay mucho gobierno”.

Un juez federal lo liberó el sábado pasado, desestimando las pruebas presentadas por la PGR.

A la madrugada siguiente, El Gaby, que como he dicho, estaba libre, fue acribillado en Cuernavaca. Se dice que formaba parte de un nuevo grupo criminal.

Debe haber responsables de que El Gil esté libre. Debe haber responsables de que El Gaby regresara al mundo criminal. ¿Quiénes son, quiénes fueron?

Mientras tanto, con uno de los jefes de Guerreros Unidos en completa libertad, es como se hace justicia a los padres de los 43. 

Algunos han de estarlo celebrando.

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