El pasado 10 de noviembre, un comando llegó a ejecutar a un hombre a las puertas del kínder Wokanire, en Ciudad Juárez, Chihuahua. El blanco del ataque acababa de recoger a su hijo. Los testigos registraron más de diez detonaciones. El hombre quedó muerto frente al volante.

Cuando padres de familia y maestros se acercaron a mirar descubrieron que el niño, de cuatro años, también había sido alcanzado por las balas: presentaba heridas en el cuello, la clavícula y una pierna. Lo llevaron moribundo a un hospital.

Era el segundo menor que en Ciudad Juárez caía bajo las balas en menos de 24 horas: el día anterior, un adolescente de 12 años había resultado herido de la misma manera, cuando sicarios fueron a asesinar a su padre a las afueras de un Costco.

A principios de abril, vecinos de Tultepec, en el estado de México, vivieron una madrugada de pesadilla. Gritos, ráfagas profusas y rechinar de llantas los sacaron de la cama. En el interior de una vivienda encontraron ocho cuerpos cosidos por los tiros.

La mitad eran de niños. Seis de ellos, de mujeres.

En junio, la policía de Apaseo el Grande atendió un reporte por detonaciones de arma de fuego. En una vivienda encontraron un cuadro de horror: un niño de 10 años atravesado por las balas y tendido junto al cadáver de su perro.

Ese mes, en un Xochitán de Vicente Suárez, en Puebla, un matrimonio que volvía de su trabajo en una taquería encontró en el suelo, sin vida y sobre un río de sangre, el cadáver de su hijo de apenas 13 años.

Agosto de 2022: Tres menores y un adulto conversan frente a un domicilio de la calle Sierra de Órganos, en Fresnillo, Zacatecas. Son las 10:30 de la mañana cuando sicarios a bordo de un vehículo se aproximan lentamente. Un segundo después, todos —el adulto y los menores—, están muertos: acribillados a la luz del día.

En los últimos cuatro años del gobierno de Enrique Peña Nieto, 3,971 niños, niñas y adolescentes fueron asesinados en México.

En los primeros cuatro del gobierno de Andrés Manuel López Obrador fueron asesinados 4,090. 79 cada mes durante la administración de Peña Nieto; 90.9 durante la era de AMLO.

En septiembre de 2019 se vivió en Empalme, Sonora, una historia que llenó de indignación al país entero. Un gru po armado ingresó en una vivienda buscando a un hombre, y se lo llevó. Pero dejó a su familia encerrada en el domicilio y luego le prendió fuego.

Dayron, un pequeño de solo siete años de edad, resultó con quemaduras en 90% del cuerpo: perdió la vida entre las llamas.

Sus compañeros de clase fueron a dejarle cartas de despedida al funeral. Los agresores quedaron impunes.

Ese año, en San Luis Río Colorado, Sonora, municipales se enfrentaron a tiros con “tres niños sicarios”, de entre 14 y 17 años, que acababan de privar de la vida a un muchacho de 19.

En el tiroteo, todos los adolescentes resultaron muertos.

En noviembre de 2020 la capital del país recibió su propia cuota de horror: dos niños de origen mazahua, de 12 y 14 años de edad, fueron asesinados y descuartizados en una vecindad ubicada en el número 86 de la calle República de Cuba.

La Red por los Derechos de la Infancia, Redim, ha denunciado que en México entre 5 y 7 niños son asesinados diariamente, 70% de ellos por disparos de arma de fuego.

En el primer semestre de 2022 se habían contabilizado 1,272 decesos. Las últimas cifras indican que entre enero y septiembre fueron asesinados 1,929 niños.

Las muertes se concentran sobre todo en Michoacán, Guanajuato, Tamaulipas, Jalisco y Zacatecas. Los datos del propio gobierno mexicano indican que, como en tantas otras cosas, frente a esta tragedia no hay contención. El asesinato de niños se incrementa.

Twitter: @hdemauleon

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