A una víctima de secuestro que recorría Viaducto Tlalpan con varios agentes de la AFI, intentando encontrar alguna pista del lugar en que la habían mantenido en cautiverio, se le figuró que el jefe de los plagiarios acababa de pasar en un Volvo gris.

Según el expediente del caso Florence Cassez, la policía llegó de ese modo a Israel Vallarta: así iniciaron las labores de seguimiento que llevaron a la policía hasta el rancho Las Chinitas, ubicado en el kilómetro 29 de la carretera federal.

Vallarta fue retratado por los agentes. La víctima de secuestro lo reconoció plenamente “como el mismo que participó en mi secuestro”. Los agentes lo vieron al lado de dos hermanos, de apellido Rueda Cacho, que luego resultaron involucrados en el plagio de un comerciante de la Central de Abastos.

La AFI sostuvo que había mostrado fotos a varias víctimas de secuestro y que éstas habían reconocido el rancho Las Chinitas como el sitio en el que transcurrió su secuestro. Dichas víctimas reconocieron, en otra parte del expediente, una casa situada en Xochimilco como el sitio en el que en realidad estuvieron secuestradas –pero esto nadie lo tomó en cuenta.

El 9 de diciembre salió en televisión la supuesta captura de los líderes de la banda de Los Zodíaco. Eran Florence Cassez e Israel Vallarta. A las 6:46 de ese día, millones de personas presenciaron la incursión de la policía en el rancho y vieron cómo un alto jefe policiaco –Luis Cárdenas Palomino— le oprimía el cuello fuertemente a Vallarta para que este, con un gesto de dolor, confesara que “le estaban pagando” por participar en el secuestro de tres víctimas.

El parte de la policía indicaba que la incursión había ocurrido después de las 7:15. Y que era el propio Vallarta quien había abierto, con sus llaves, las puertas del rancho.

Pronto se demostró que la incursión de la AFI no había ocurrido, y que todo se trataba de un montaje. Dos agentes declararon que al entrar al rancho “no ingresamos nunca con las cámaras”. En realidad, Cassez y Vallarta habían sido detenidos 24 horas antes.

Vallarta declaró que lo habían llevado a los sótanos de un edificio ubicado por el Monumento a la Revolución: “Me desnudan totalmente, me quitan las esposas, me vendan las muñecas por atrás de la espalda, al igual que las piernas a la altura de las pantorrillas. ‘¿Sabes anatomía?’, me preguntaron, y me dieron un golpe que me tiró al piso. ‘Eso se llama hígado’”.

El informe de un perito confirmó que Vallarta fue sometido a una golpiza brutal. Él dijo que le hicieron una propuesta: “tu novia se va” y “tú vas a aceptar todo lo que venga, porque si no le rompemos la madre a toda tu familia”.

A principios de 2011, el abogado de Cassez, Agustín Acosta, acudió a la revista Nexos, de la que yo era subdirector, con la esperanza de que la revista diera a conocer las mil inconsistencias que había en el expediente. Acosta aseguraba que las supuestas víctimas Cassez y Vallarta se habían prestado a un juego que las convertía, en realidad, en verdugos. “No estuvieron nunca en Las Chinitas”, nos dijo durante una reunión a Héctor Aguilar Camín y a mí.

Tomamos el caso con pinzas, sin creer mucho en la versión del abogado. Durante los siguientes tres meses leí el expediente. Aguilar Camín me consiguió una cita con Genaro García Luna, el poderoso secretario de Seguridad Pública de Felipe Calderón, para que pudiera pedirle su versión. García Luna estaba tan seguro de la culpabilidad de la pareja Cassez-Vallarta que no tuvo empacho en dejarme ver una copia del expediente.

Me pregunto si en verdad sabía lo que había ahí. No me explico por qué me lo mostró. Aquellas fojas eran un laberinto de mentiras, de contradicciones, de versiones cambiadas y burdas fabricaciones. Un mínimo ejemplo: las víctimas declaraban que en el cuarto donde las habían mantenido la televisión estaba encendida el día entero a todo volumen: en la cabaña que la policía ubicó como “casa de seguridad de los Zodíaco” ni siquiera había instalación eléctrica. Los testigos referían haber pasado el cautiverio en una colonia urbana: el rancho estaba en un bosque.

No había manera de saber si Cassez era culpable o no (en el expediente, sin embargo, no existen indicios que la muestren como lideresa de una banda). En cambio, siempre me llamó la atención la multiplicidad de detalles que pueblan la declaración de Vallarta. Eran tantos, y tan verosímiles, que no podían ser parte de la declaración de alguien que habla bajo tortura. Creo que Vallarta estuvo involucrado con unos secuestradores: que les facilitó autos para hacer los plagios e incluso que “cuidó” y alimentó a algunas víctimas. Por lo demás, no hay en el expediente una sola prueba de la existencia de los Zodíaco.

Las irregularidades del caso culminaron con la liberación de Cassez. En el proceso de Vallarta dichas irregularidades existen también, y las hay como para tirar para arriba. Solo que él no ha sido sentenciado, y nadie le ha dado voz, y lleva 14 años preso.

Tal vez sea hora de escuchar lo que tiene que decir.

@hdemauleon
demauleon@hotmail.com

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