“Todos encerrados en sus casas. ¡Dios ayúdalos!”, clamaba alguien ayer a través de las redes sociales. Se habían desatado dos horas de balaceras y pánico desbordado en el centro de Orizaba, una ciudad que el gobernador Cuitláhuac García acababa de incluir entre las más seguras del estado.

Los videos que daban cuenta de lo ocurrido circularon ayer con profusión. Alumnos del Tecnológico de Orizaba tratando de resguardarse de las balas perdidas. Rumores de que todo había comenzado durante el intento de asalto a un cuentahabiente. Imágenes de un tráiler ardiendo en uno de los carriles de la carretera Orizaba-Córdoba.

La secuencia dramática en la que uno de los delincuentes acordaba en vivo su entrega: “¿Me vas a golpear? Pero nosotros dijimos que nos íbamos a entregar, tenemos palabra y mataron a mi camarada (…) Ya está grabado todo. No tengo armas. Ellos nos están detonando. Quiero a los policías, los marinos. Que venga la Marina”.

Esa balacera sacudió las aguas de una ciudad que, contra la opinión del gobernador, en realidad se halla tomada por células violentas del Cártel Jalisco Nueva Generación, y se ve azotada por criminales dedicados al cobro de piso, la extorsión, el robo a transporte de carga, el huachicoleo y el narcomenudeo.

Apenas en mayo pasado fue detenido el jefe de plaza de esa organización delictiva, un sujeto apodado El Rex o El Reptil, que de acuerdo con las autoridades había montado su base de operaciones precisamente en Orizaba.

Meses antes había caído en manos de las autoridades el antecesor del Rex, conocido como El Cholo, y un poco antes se dio la detención de otro jefe del CJNG basado en Orizaba: José Luis “N”, alias El Kaner, un antiguo Zeta cuyo radio de acción se extendía a Córdoba, Río Blanco, Ixtaczoquitlán y Nogales.

Todos estos personajes trabajaron bajo las órdenes de otro sobreviviente del cártel de Los Zetas, Roberto de los Santos, El Bukanas.

En 2018 la pugna entre Zetas y CJNG arrojó un amanecer en el que siete cuerpos atravesados por las balas aparecieron en la carretera a Ciudad Mendoza, al lado de una cartulina en que se leía: “Esto le pasa a la escoria Z”.

Las inmediaciones de Orizaba se hallan asoladas por bandas dedicadas, sobre todo, al robo de transporte de carga. Los tramos Orizaba-Veracruz y La Antigua-Veracruz figuran entre los más inseguros de México, según reportes de la Cámara Nacional de Autotransporte de Carga.

Según el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, el 85% de los robos se cometen de manera violenta y el saldo es de choferes muertos, mercancías robadas y tráileres incendiados. Hace apenas un mes, la Alianza Mexicana de Organizaciones de Transportistas realizó un bloqueo de varias horas en demanda de mayor seguridad en las carreteras veracruzanas, que forman parte de un corredor industrial en el que confluyen carreteras hacia distintos puntos, y que se extiende hacia Puebla, Tlaxcala, Hidalgo, Querétaro, el Estado de México, San Luis Potosí y Guanajuato.

Los robos mayores están relacionados con vehículos que transportan hidrocarburos.

Pero en realidad, ningún transportista se encuentra a salvo: los asaltos más frecuentes están dirigidos a unidades que conducen abarrotes, materiales de construcción, productos de limpieza, medicamentos, cartón, plástico, ropa, calzado, refacciones y línea blanca.

Las células que actúan en las carreteras suelen estar formadas por entre seis y nueve personas: de acuerdo con los testimonios, inician la persecución de las unidades, las detienen a tiros y mantienen comunicación constante con otros miembros del grupo, colocados a cierta distancia, quienes avisan de la cercanía de vehículos policiacos.

Orizaba se encuentra en el corazón de todo esto. El tiroteo de ayer solo descorrió brevemente la cortina que oculta una realidad dominada por el crimen, y que en solo unos minutos corre el riesgo de incendiarse.

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