El presidente López Obrador sacó un pañuelo blanco y le dijo adiós a la corrupción. De ese modo inauguró su gobierno.

Al poco tiempo, sin embargo, en agosto de 2020, se dio a conocer un video en el que el consultor David León entregaba efectivo a Pío López Obrador, hermano del presidente.

El presidente aseguró que aquel video no probaba nada, ningún asunto de corrupción, aunque aquel dinero no fue reportado a las autoridades electorales, y por tanto era ilegal.

Sobre la entrega de efectivo dijo que se trataba de “aportaciones” para fortalecer a su movimiento.

Asunto arreglado.

Un mes después se dio a conocer un presunto desfalco por más de 200 millones que involucraba a Concepción Falcón Montejo, cuñada del mandatario, esposa de Ramiro López Obrador, y síndica del Ayuntamiento de Macuspana.

El presidente dijo: “Se está investigando” y reiteró que su gobierno no toleraría la corrupción:

“Hoy mismo se está investigando y se va a saber”.

Agregó que desde el inicio de su administración había dejado en claro que no protegería a ninguno de sus familiares “involucrados en actos de corrupción”.

“No somos iguales”, dijo López Obrador ese mismo año, cuando se dio a conocer que una prima suya había obtenido contratos con Pemex por más de 365 millones de pesos.

Un reportaje de Carlos Loret de Mola había dado a conocer la existencia de convenios que beneficiaban a Felipa Obrador.

El presidente admitió que esto era cierto y arguyó que su familiar se había asociado con varias empresas, ocultando su nombre, para que Pemex no se diera cuenta de que ella era beneficiaria de los acuerdos. Doña Felipa, ¿lo recuerdan? se amparó contra la decisión. Más tarde se supo que su empresa había mantenido su registro en el padrón de contratistas del gobierno federal y que gracias a eso había seguido participando en concursos públicos, y recibido contratos millonarios en 2022.

Ese año se dio a conocer un audio en el que una sobrina de AMLO, coordinadora de Morena en el Congreso de Tamaulipas, le pedía un “moche” a un proveedor. En ese audio, Úrsula Salazar le solicitaba al proveedor inflar facturas para repartirse el excedente.

López Obrador admitió que en efecto se trataba de una sobrina, pero, dijo, “si la veo en la calle no la identifico. No tengo relación en nada. Seguramente tengo fotos con ella por mis giras a Tamaulipas, pero no hay relación”.

Y luego, como si el audio no hubiera existido, agregó: “No se le puede juzgar sumariamente. Hay que probar primero”.

En 2021 había aparecido otro hermano del presidente como protagonista de una grabación. Se trataba ahora de Martín Jesús López Obrador, conocido como Martinazo, recibiendo más dinero del consultor David León. En la grabación se aclaraba que ese dinero formaba parte de una serie de entregas que tenían como fin apoyar a Morena, el partido fundado por el presidente.

“Es un ahorrito que tenemos ahí guardado”, decía León.

“Es de mi hermano”, aclaraba Martinazo.

El presidente dijo: “Siempre hemos salido ilesos de la calumnia. Este video corresponde a otros videos de otros tiempos”.

“Fue un trato personal entre David León y mi hermano. Sin embargo, se empatan, se juntan para hacer ver que es dinero para campaña… cosa que no es cierta”, dijo AMLO. Y agregó: “Cuando ya no me ataquen me voy a preocupar”.

El que ha sido tal vez el escándalo mayor en el gobierno de López Obrador estuvo relacionado con la famosa Casa Gris, propiedad de un contratista de Pemex, que su hijo, José Ramón López Beltrán, habitó en Houston.

“Al parecer la señora tiene dinero, pero no tiene nada que ver con el gobierno”, dijo el presidente. “En este gobierno no tienen influencia mis hijos, no se le da contrato a ningún recomendado”.

“Cinicazo”, llamó al periodista de Proceso que dio a conocer la información. Acusó a los medios que publicaron la información de querer demostrar “de que somos iguales”, “de que yo vine aquí a favorecer a familiares y amigos y a permitir la corrupción y el tráfico de influencias y los conflictos de interés”.

La semana pasada Latinus reveló la red de corrupción que uno de los hijos del presidente, Andrés López Beltrán, tejíó con amigos cercanos para obtener más de 100 millones de pesos a través de empresas dirigidas por prestanombres y socios que simulan “competir” en concursos públicos.

Fiel a su tradición, el presidente reconoció la existencia de esos contratos, negó conflictos de interés, y salió en defensa de los suyos: “Cosa que es rotundamente falsa. Que es parte del periodismo, si se puede llamar así, que él (Carlos Loret) ejerce, porque en realidad es un mercenario que pertenece al hampa del periodismo”.

López Obrador volverá a sacar un día el pañuelito blanco. Adiós, adiós. El pañuelito blanco de los López Obrador.