En días pasados fueron ejecutados cobardemente trece servidores públicos en una emboscada llevada a cabo por profesionales de la violencia. De esa muestra de barbarie se deben de aprender lecciones para que no se vuelva a repetir. La primera lección es evidente: falló la estrategia, realizar operativos en convoyes para prevenir el delito, sin un planteamiento táctico operativo y sin el apoyo del uso de tecnología ; y falló la táctica, al momento de realizar el operativo no se dieron cuenta de que entraban a una emboscada así, cuando les comenzaron a disparar estaban ya en la zona de aniquilamiento y cometieron otro error táctico, los videos muestran que todos se concentraron detrás de la patrulla, que atrajo como un imán los disparos de la maña, en lugar de buscar otras posiciones para repeler la agresión. En esa situación romper una cerradura, al amparo de fuego de cobertura, e ingresar en un domicilio es excusa absolutoria.

Otra lección es que en los enfrentamientos el número de efectivos no ofrecen ventaja, no avances apoyado únicamente en la fuerza. En las calles la ventaja no la da el número de efectivos, la ventaja la da: el liderazgo de quien lleva el mando , la hora del día en la que se actúa, el conocimiento del terreno, el tipo de armas y tecnología que lleves, la estrategia y la táctica que se vayan a utilizar y, sobre todo, el factor sorpresa.

Hoy más que nunca resulta esencial conocer las reglas que gobiernan el complicado mundo de las calles y entender cómo piensan los delincuentes y bajo que reglas actúan. En las calles siempre hay códigos, siempre hay quienes ponen e imponen las reglas y a los demás les toca cumplir. Un aspecto básico de preparar a alguien en la lucha contra el crimen organizado es conocer y entender las reglas que gobiernan las calles. Conocer las reglas de calle, los códigos de la calle , es muchas veces lo que mantiene viva a la gente. Sobre todo, porque el mundo en las calles tiene otras reglas, otros intereses, otra lógica, que muy pocas veces se sujeta a la lógica del mundo formal y hay que saber cómo funcionan y cuáles son esas reglas antes de meterse en dicho mundo.

También hay que reconocer que el mundo de las calles en nuestro país ha cambiado y si jugamos con las viejas reglas vamos a perder las nuevas batallas. Por eso es importante conocer algunas pocas de las reglas que hoy en día gobiernan las calles y como contrarrestarlas.

Primera regla: hay que aprender a leer a la gente, para saber cuándo jugar limpio y cuando jugar sucio. El hampa es un submundo en el que se juega con cartas marcadas y si tu juegas limpio con alguien que está jugando con cartas marcadas, es decir, que te está jugando sucio: pierdes. Se oye difícil pero así funcionan las calles, la regla ya estaba hecha antes de que yo naciera. Segunda regla de calle: hay que aprender con quién uno no se debe de meter, porque en territorios controlados por el crimen organizado, las calles tienen dueño y las plazas tienen dueño. La calle es como una jungla en la que predomina la ley del más fuerte. La ley de la selva explica la cadena alimenticia en donde hay quienes representan al león y otros no son más que lindos corderitos. Ubicar, tácticamente, en que eslabón de la cadena alimenticia nos posicionamos, del lado del león o del lado del cordero, nos ayuda a no ser devorados, a veces es más aconsejable un repliegue táctico. Tercera regla de calle: en territorios controlados por el crimen organizado, aunque no veas a nadie, debes saber que siempre hay alguien que te está viendo a ti, porque la calle tiene ojos y oídos que son la red de halcones, estacas o punteros que mantienen informado al Jefe de Plaza al punto de que no se siembra una matita de mariguana en una maceta sin que lo sepa. Cuarta regla de calle: en las calles la sorpresa es más importante que la fuerza. Por ello la maña va a tener siempre la ventaja del factor sorpresa, porque solo ella sabe cuándo y dónde va a atacar.

Para contrarrestar estas reglas de calle lo primero que debe de tener el elemento de policía es un buen entrenamiento en estrategias, técnicas y tácticas policiales , incluyendo capacitación en ataques sorpresa en zonas urbanas, semi urbanas y rurales. Saber que cuando estas en las calles tu principal debilidad es el exceso de confianza y tu mayor fortaleza es tu entrenamiento y estar siempre en alerta amarilla, constantemente pendiente del entorno, para no ser nunca una víctima fácil y estar dispuesto a esperar lo inesperado. Un policía en alerta amarilla es consciente del contexto, del ambiente, del lugar en el que se desempeña, es extremadamente cuidadoso con lo que hace, adonde va, absolutamente hermético con lo que dice y a quién se lo dice y, sobre todo, nunca cae en el exceso de confianza. La mayoría de los criminales son muy peligrosos si el policía está descuidado. Pero es diferente si el elemento de policía está alerta: a pesar de que estén fuertemente armados, los criminales huyen cuando se enfrentan contra policías disciplinados y bien entrenados en estrategias, técnicas y tácticas policiales, en el uso de la fuerza y en el respeto a los derechos humanos. Cabeza de playa en nuestro país en estos temas es la capacitación que da la Guardia Nacional a sus integrantes.

En alguna entrevista que realice hace algunos años a un capo me decía: “…en las calles hay reglas básicas, la plebe ya conoce las reglas y las reglas no solo no se deben de romper, las reglas sobre todo no se discuten, porque aquí se hace lo que nosotros queremos”. Para los policías es importante conocer las reglas que hacen que funcionen las calles. Pero más relevante es reconocer la importancia que tiene su constante entrenamiento, capacitación, actualización y profesionalización, para poderlas contrarrestar.

Miembro de Número de la Academia Mexicana de Criminología

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