Rusia ha sido, a través de su historia, víctima de invasiones devastadoras y al mismo tiempo, victimaria por ser un Estado expansionista que ha despojado a otras naciones de la totalidad de su territorio. En este contexto, las invasiones mongola y tártara, así como en tiempos más recientes la napoleónica y la de la Segunda Guerra Mundial, han creado una constante preocupación del Kremlin por asegurar sus fronteras contra cualquier posible invasión. Tal vez por eso, una de las razones esgrimidas por Putin para lanzarse a la desastrosa aventura de invadir a Ucrania, en febrero de 2022, es el temor de que el ingreso de Ucrania a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) dejaría a Rusia en un estado de indefensión frente a Occidente. En efecto, el presidente ruso Vladimir Putin acusa a los Estados Unidos de tramar una conspiración para someter a su hegemonía a otros países del este europeo, principalmente Ucrania y Georgia, debilitando así la posición de Rusia en el continente.

Por su parte Ucrania contempla su membresía en la organización como un disuasivo para que Rusia no intente apoderarse, como ya lo hecho, de parte de su territorio. Difícilmente ese país podrá realizar sus aspiraciones en el momento actual, por encontrarse en un estado de guerra frente a su poderoso enemigo, toda vez que su adhesión implicaría una confrontación directa de Occidente con Rusia, cuestión que ningún país de la alianza desea. Es por lo que el presidente estadounidense, Joe Biden, ha afirmado que Ucrania no está preparada todavía para formar parte de la OTAN, sin por ello cerrar el camino para una futura adhesión, que podría darse una vez solucionado el conflicto con Rusia. La OTAN y sus socios accidentales analizan las garantías de seguridad que habrán de tomarse para proteger a Ucrania de una futura invasión una vez que termine la guerra actual. La membresía de la organización militar ofrece una protección férrea de “todos para uno, uno para todos”. Sin embargo, los 31 países miembros deben acordar por unanimidad el ingreso de Ucrania, pero no están unidos en esto, como ocurrió con Turquía que, hasta ahora, se oponía al ingreso de Suecia.

La cumbre de la OTAN celebrada en Vilna, Lituania, el 11 y 12 del mes en curso se abocó, entre otras, a dos cuestiones relacionadas con la ampliación de la organización: el ingreso de Suecia y la solicitud de Ucrania sobre su eventual adhesión. El primero de estos asuntos no tuvo objeción debido a que el presidente turco aceptó, bajo ciertas condiciones, retirar su objeción a la iniciativa sueca, pero por lo que toca a Ucrania, la cumbre concluyó sin fijar un calendario para la adhesión de Ucrania. Sin embargo, la presencia en la cumbre del presidente Volodimir Zelensky podría ser interpretada como un mensaje a Rusia: el organismo apoya a Ucrania, y deja abierta la posibilidad de que en un futuro podría ser aceptada en el seno de la OTAN.

Para el presidente Putin los resultados de la cumbre significan una nueva amenaza a su seguridad debido a lo que él percibe como una intención de Occidente de aislar a Rusia y despojarla de su participación en la toma de decisiones como gran potencia. La decisión de la OTAN, de incrementar el presupuesto militar para la defensa de sus miembros en un 2% del producto interno bruto y proseguir con el abastecimiento de equipo militar sofisticado a Ucrania, representa un nuevo desafío para el Kremlin, ahora que se han suscitado divergencias en el mando militar ruso.

Para Ucrania, los resultados de la cumbre confirman la voluntad de la OTAN de seguir apoyando la defensa de su soberanía, sobre todo por parte de los grandes aliados occidentales: Estados Unidos, Reino Unido, Francia y Alemania que podrían comprometerse a proteger al país de otro ataque. La OTAN y la Unión Europea respaldarían la protección militar citada con más dinero y otro tipo de asistencia.

La importancia de la cumbre de Vilna estriba en que ha dejado claro varios aspectos de su relación con Ucrania: el mensaje a Putin de la determinación de los países miembros de mantener su postura en relación con la guerra, es decir, su firme apoyo al país; la admisión de Suecia a la organización, lo que significa la extensión a los territorios limítrofes de Rusia en el Báltico; el haber celebrado la cumbre en Lituania, un país que formaba parte de la URSS; el incremento en el gasto militar de los Estados miembros; la posibilidad, si bien remota, de la eventual membresía de Ucrania a la OTAN; y el cambio de postura del presidente turco, Recep Tayyip Erdogan respecto a la admisión de Suecia.

Nota: este artículo fue publicado por la revista “Este País” el 18 de julio en curso.

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