Las noticias de la revolución bolchevique despertaron en México un vivo interés toda vez que el derrocamiento del sistema autocrático en Rusia alentaba las aspiraciones sociales de un país en efervescencia, debido a la fragmentación política, la guerra civil y las dificultades con los Estados Unidos. Sin embargo, el conocimiento que se tenía del movimiento bolchevique a través de los medios de comunicación y de la propaganda no reflejaba aún la realidad.

Cuando los Estados Unidos decidieron participar en la Primera Guerra Mundial, cientos de norteamericanos pacifistas, anarco-sindicalistas y socialistas de todas las tendencias, escaparon a México para evitar ser reclutados en las filas del ejército; se les llamaba, peyorativamente, slackers. De acuerdo con sus simpatías, algunos querían unirse a las fuerzas de Zapata o participar en el experimento comunista del general Salvador Alvarado en Yucatán, pero la mayoría de los radicales se congregaron en la ciudad de México.

Entre los principales socialistas norteamericanos destacaban Maurice Baker, poeta; Irwin Granwich, novelista, conocido más tarde como Michael Gold; y Carleton Beals, periodista, cuyas memorias reflejan los momentos clave de la fundación del Partido Comunista (PC). Este grupo de radicales pronto se incorporó al círculo de los socialistas mexicanos.

En el verano de 1917 llegó a México un indio nacionalista, Manabendra Nath Roy, huyendo de la policía norteamericana que lo acusaba de actividades subversivas. Roy no era socialista en aquel entonces y su involucramiento en el movimiento socialista mundial impulsado por el COMINTER se inició en México. Lo que Roy anhelaba era logar la independencia de su país.

A pesar de que don Venustiano Carranza no abrigaba simpatías por el movimiento comunista, auspició la celebración de la Primera
Conferencia del Partido Socialista, que tuvo lugar en diciembre de 1918, en flagrante violación de los principios constitucionales, ya que permitió que extranjeros –los slackers y Roy– intervinieran activamente en asuntos de política interior. Es más, el secretario general del Partido Socialista (PS) escogido por el Congreso de “patriotas mexicanos de izquierda” con la bendición de Carranza, era nada menos que el aventurero extranjero Roy, quien propiciaría, en septiembre de 1919, la creación del Partido Comunista Mexicano, con el apoyo del COMINTERN, a través de uno de sus más formidables agentes: Mijail Gruzenberg, mejor conocido como Mijail Borodin, inmortalizado por André Malraux como el personaje central de su novela La condición humana.

La misional confidencial de Borodin se mantuvo secreta por muchos años. Esta tenía tres objetivos: vender, entre sus contactos en la comunidad judía de los Estados Unidos, un cargamento de joyas de la corona zarista con el fin de financiar la representación comercial soviética en ese país; establecerse en México y penetrar en los círculos políticos y sociales con el fin de lograr el reconocimiento del gobierno soviético por parte de México y eventualmente establecer relaciones diplomáticas, lo que solo tendría lugar en 1924; propiciar la fundación del Partido Comunista Mexicano y anunciar la fundación de la Tercera Internacional Comunista, cuyo congreso inaugural se había celebrado en Moscú, en marzo de 1919, con la asistencia de representantes de muchos partidos social-demócratas de izquierda. Para el efecto estableció, a su llegada a México, una cercana relación con Roy a quien ocultó su identidad hasta que logró convertirlo al socialismo y agente soviético que habría de participar activamente en la formación de partidos comunistas en Asia.

Roy hizo notar que hasta mediados de 1919 no se había fundado ni un solo partido comunista fuera de Rusia y se preguntaba por qué México, con su tradición revolucionaria, no tomaba la iniciativa. La respuesta fue de un entusiasmo delirante. Según Roy, se acordó la celebración de una conferencia especial del PS y las organizaciones asociadas (anarquistas y sindicalistas simpatizantes de la revolución bolchevique) para fundar el primer partido comunista fuera de Rusia. Borodin, por su parte, logró entrevistarse con el presidente Carranza, quien aparentemente había expresado su interés en la posibilidad de establecer relaciones con la Rusia soviética.

Borodin anunció que el nuevo régimen de Rusia "simpatizaba con la lucha de los pueblos latinoamericanos contra el imperialismo y que estaba dispuesto a ayudar de cualquier manera". Añadió que debería establecerse en México una oficina del COMINTERN para toda América Latina, con el previo conocimiento del presidente de la república.

En cumplimiento de sus instrucciones, el enviado del COMITERN logró establecer excelentes contactos en México, particularmente con el Secretario de Relaciones Exteriores, Cándido Aguilar, quien le facilitó las comunicaciones con Rusia, que se encontraba en plena guerra civil, a través de las representaciones diplomáticas mexicanas en Escandinavia.

A pesar de estos limitados contactos, los planes de Borodin tuvieron éxito, particularmente en la conversión del PS en Partido Comunista. Cabe destacar que antes de proceder, Roy y Borodin se aseguraron a través del presidente de la cámara de diputados y de Cándido Aguilar, que dicho partido fuese tolerado, ya que su creación podía exacerbar las diferencias entre México y los Estados Unidos, particularmente si se dedicaba a actividades de agitación y provocación. Ambos agentes extranjeros lograron finalmente que Carranza aceptara la transformación propuesta y que el Partido Comunista se afiliara a la recién fundada Tercera Internacional.

Ha quedado bien claro que tanto Roy como Borodin fueron utilizados por el presidente Carranza para su estrategia política hacia los Estados Unidos, pero esos acontecimientos pudieron haber tenido consecuencias muy graves para el futuro de México de no haber aparecido a tiempo el anticomunismo militante, pues el Partido Comunista de México era considerado por las grandes potencias, particularmente por los Estados Unidos, como prolegómeno del bolchevismo.

Embajador retirado y autor del libro Historia de Las relaciones entre
México y Rusia.

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