En julio pasado se publicó en el Diario Oficial de la Federación el Programa Sectorial de Energía (Prosener) para los años 2020 a 2024. No hubo sorpresas en los objetivos y metas del programa. Desde lo programático, el Gobierno de México propone incrementar la quema de combustóleo para generar electricidad. También busca aumentar la exploración y extracción de petróleo, la capacidad de refinación y el tendido de infraestructura para facilitar aún más el consumo de gas. Como ya hemos escuchado repetidamente, el argumento es reducir las importaciones de combustible. No obstante, machacando sobre ese argumento se pierde de vista que en la actualidad no se puede hablar de energéticos y sistemas eléctricos sin tener en cuenta las implicaciones en el medio ambiente o en el clima del planeta.

Greenpeace lleva casi tres décadas en México tratando de abrirles los ojos a los distintos gobiernos que se han hecho cargo de la administración pública sobre las causas y las consecuencias de apostar todo a la quema de combustibles fósiles como el petróleo, el gas y el carbón para generar energía eléctrica. Cambian los gobiernos pero la apuesta no ha cambiado.

A julio de 2020, según datos del Centro Nacional de Control de Energía, 76% de la generación de energía eléctrica se realiza con tecnologías sucias (ciclo combinado, térmica convencional, carboeléctrica, etc). y peligrosas (nuclear). Del 24% restante, apenas el 9% corresponde a las renovables solar fotovoltaica y eólica. Sin embargo, el potencial para generar electricidad a partir de esas fuentes es enorme y desaprovechado. Tanto es así que solo el 1.3% de los recursos de la Secretaría de Energía están destinados a estimular la transición energética que México requiere para balancear su matriz energética aumentando la participación de las renovables.

La transición energética que se necesita impulsar en México para reducir la dependencia actual de los combustibles fósiles, sean mexicanos o importados, es impostergable. Sin embargo, las autoridades siguen menospreciando a las renovables y obstaculizando el aprovechamiento de las mismas con una visión de corto, mediano y largo plazo.

Y es por esa marginalización de las renovables como una de las estrategias que pueden ayudar a México a reducir su dependencia de los fósiles y también a aligerar las causas del cambio climático que Greenpeace interpuso un amparo contra elementos puntuales que obstaculizan el desarrollo de las energías renovables o que impliquen un aumento de la contaminación, tanto del aire como del suelo y el agua incluidos en la aplicación del Prosener 2020-2024. En términos puntuales buscamos que el programa sea declarado inconstitucional por no contemplar los aspectos de derechos a un medio ambiente sano, de protección a la salud y de acceso a las energías renovables. Además, porque la política energética tiene que promover una transición energética guiada por la sustentabilidad y los Objetivos de Desarrollo

Sustentable 2030 de Naciones Unidas. Nuestra pretensión como organización ecologista es que las autoridades del sector energético rectifiquen y moderen su visión obsoleta de seguir la apuesta perdedora de los combustibles fósiles. Y se puede empezar, por ejemplo, fortaleciendo la división renovable de la Comisión Federal de Electricidad.

Gustavo Ampugnani es director de Greenpeace México, A.C.

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