Más allá del horizonte que vemos a lo lejos cuando nos paramos en la playa, de frente al mar, existe una diversidad de vida que difícilmente podemos abarcar con nuestros ojos. Lo que comúnmente conocemos como “alta mar” cubre el 61% de los océanos. A pesar de sumar casi dos tercios del mar, toda esta inmensidad ha recibido poca atención científica y es poco lo que sabemos de ella. No obstante, sí sabemos de su importancia por sus servicios ecosistémicos que ofrece y por la necesidad de preservar las conexiones e interdependencias entre los organismos marinos que la habitan. Por ejemplo, visto desde la problemática del cambio climático, la vida marina de altamar captura carbono de la superficie que luego se almacena en las profundidades de los océanos. Sin ese servicio esencial, nuestra atmósfera podría contener 50% más de dióxido de carbono (CO2) y la temperatura del planeta sería tan alta que se volvería inhabitable.

Los ecosistemas de alta mar son importantes -y deben ser protegidos- porque regulan el clima, purifican el aire, proveen alimento y mantienen un ciclo de vida esencial para el equilibrio del planeta. Sin embargo, las aguas de altamar enfrentan amenazas crecientes: la pesca industrial y la minería submarina, se suma a las exploración y extracción de combustibles fósiles de sus profundidades. De no frenar estas actividades, el cambio climático, la acidificación de los océanos y la contaminación plástica se verán exacerbadas.

Desde 2019, Greenpeace impulsa la adopción de un tratado global de los océanos que proteja el 30% de los mismos. Hoy, apenas está protegido el ¡3%! En concreto, se trata de una red de áreas de protección o santuarios oceánicos que debería lograrse para el 2030. De ahí que nuestra propuesta se llame , misma que fue elaborada en base a información científica y en conjunto con las universidades de Oxford y York y que venimos impulsando en aquellos países en los que trabajamos. Esta red de santuarios marinos fue diseñada en base a información biológica, oceanográfica y socio-económica, así como tomando como referencia la distribución de ballenas, tiburones, montes submarinos y regiones donde la expansión de la frontera petrolera, pesquera y minera es más acuciante.

El año que viene, la organización de las Naciones Unidas retomará el proceso de negociación sobre el tratado de los océanos, después del impasse sufrido a causa de la pandemia. Se espera llegar a una conclusión en marzo del año que viene. Para elevar el sentido de urgencia en torno a la necesidad de proteger los océanos, su riqueza biológica y los servicios ecosistémicos que ofrecen, Greenpeace priorizará este trabajo en 2022. Desde enero estaremos alertando sobre las amenazas que enfrentan los océanos; estaremos documentando la vida de las profundidades del mar que debemos proteger; y sumando a más gobiernos -entre ellos al mexicano- para que apoyen el tratado global.

Los océanos sustentan toda la vida en el planeta. Pero están muriendo. Necesitamos urgentemente un plan de acción para proteger los océanos y Greenpeace estará dirigiendo sus esfuerzos a ello en el 2022. Y para fortalecer nuestro trabajo de cara a esos desafíos, y otros más que tenemos en México y en el mundo, necesitamos de tu apoyo. Greenpeace necesita de más personas que apoyen su trabajo con un donativo para que nuestra voz se escuche más y nuestras demandas sean consideradas. y a la protección de los océanos.

Director Ejecutivo de Greenpeace México.

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