El pasado 28 de julio, en su conferencia de prensa matutina, el presidente Andrés Manuel López Obrador señaló que no afectaría ninguna área natural, sea protegida o no. “Nosotros no vamos a dar ninguna concesión, ningún permiso que vaya en contra del medio ambiente. Hasta ahora, hasta el día de hoy no hemos actuado de esa manera y no lo vamos a hacer, por convicción, no somos iguales”, dijo.

Algunos días después, en su conferencia del 3 de agosto, el presidente fue cuestionado por Bloomberg sobre la construcción de la refinería Dos Bocas en un área que Petróleos Mexicanos (Pemex) se había comprometido a proteger. Al respecto, el presidente respondió que durante su administración no se producirán más de dos millones de barriles diarios pues dicha cifra es suficiente para abastecer el mercado interno y conservar este recurso no renovable. Y agregó: “El caso de la refinería Dos Bocas se inscribe en ese propósito y se cuidan todos los estándares de protección al medio ambiente. Incluso hay un plan para cuidar la flora y la fauna”.

López Obrador ofreció incluso al reportero una entrevista con la secretaria de Energía, Rocío Nahle, para que ella pudiera ampliarle los detalles sobre este tema. Por su parte, la secretaria compartió también el 30 de julio pasado en su cuenta oficial de Twitter, fotografías mostrando como un logro el “parque ecológico al interior de la Refinería Dos bocas”. La respuesta de los tuiteros no se dejó esperar y le llovieron críticas en donde –mostrando incluso imágenes de la zona impactada- se le reprochó la destrucción de manglar que se realizó en ese terreno para construir la obra, lo cual constituye sin duda un ecocidio.

Al respecto, vale la pena recordar que el 16 de noviembre de 2018, el Centro Mexicano de Derecho Ambiental, A.C. (CEMDA) interpuso una denuncia popular ante la Agencia de Seguridad, Energía y Medio Ambiente (Asea), en contra de quien resultare responsable tanto en Pemex, como en la compañía SCCA, por haber realizado desmonte de vegetación en el municipio de Paraíso, estado de Tabasco, sin contar con la autorización de cambio de uso de suelo forestal, ni con la Autorización de Impacto Ambiental correspondientes.

Derivado de dicha denuncia, la Asea confirmó que, en efecto, la vegetación del sitio fue ilegalmente removida antes de contar con algún permiso ambiental e impuso sanciones. En el resolutivo emitido, la dependencia hace una breve mención a este hecho, señalando que “se perdió casi la totalidad de la cobertura vegetal por una actividad imputable a un tercero”. Al respecto, es importante recordar que Pemex reconoció la propiedad sobre el predio, por lo que es imposible creer que no tuviera conocimiento del delito que se cometió en dicho predio.

En su momento, el CEMDA y otras organizaciones señalaron que el sitio elegido en el municipio de Paraíso, Tabasco, para construir la refinería Dos Bocas constituye un ecosistema prioritario para la conservación. Adicionalmente, no es un lugar adecuado para un proyecto de este tipo de infraestructura.

Lo anterior fue señalado en 2008 por el Instituto Mexicano del Petróleo (IMP), el cual describió, entre los elementos que hacen inconveniente dicha ubicación: a) Una amplia gama de especies protegidas o con estatus de peligro, principalmente relacionadas con pantanos, esteros o mangles como el mono aullador (Alouatta palliata) y el hormiguero norteño (Tamandua mexica), además del cocodrilo de pantano (Cocodrylus moreletti); b) Una serie de lagunas y pantanos, con suelos arcillosos, que obligarían a realizar importantes obras para el acondicionamiento del terreno; c) Riesgo de potencial incremento del mar, ocasionado por la vulnerabilidad al cambio climático; y d) Alto potencial de esta localidad para desarrollar ecoturismo y una zona arqueológica.

Por si todo lo anterior no fuera suficiente, la manifestación de impacto ambiental (MIA) del proyecto se evaluó de forma fragmentada, lo cual impidió a las autoridades ambientales conocer los impactos acumulativos y sinérgicos de éste. Pemex no dio a conocer cuáles serían las obras asociadas al proyecto principal, mismas que podrían ocasionar impactos ambientales como la fragmentación de los hábitats, modificación de los escurrimientos naturales, compactación de suelo, pérdida de filtración, así como afectación al humedal y la vegetación de manglar presente en el área, entre otros.

Además, la construcción de la refinería contradice los compromisos nacionales e internacionales suscritos por México en materia de combate al cambio climático establecidos en la Ley General de Cambio Climático, en la Ley de Transición Energética y en el Acuerdo de París. Si la situación es tal en el caso de la refinería, ¿cómo estaremos en cuestión de impactos al medio ambiente en los otros proyectos que construye el gobierno federal? A pesar de que la pandemia ocasionada por el Covid 19 nos ha recordado que nuestro bienestar como seres humanos está intrínsecamente vinculado a la salud de los ecosistemas y al cuidado del medio ambiente, es claro que para la presente administración federal este tema no se encuentra dentro de sus prioridades.

Lo menos que se espera es que que la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) deja la pasividad en la que hoy se encuentra, e implemente de manera efectiva una política de Estado de protección ambiental que revierta las altas tendencias del deterioro ecológico y siente las bases para un desarrollo sustentable en el país y realice sus funciones y vigile que se cumpla el compromiso expresado recientemente por el presidente en torno al cuidado del medio ambiente por parte de su administración. Ya vamos para tres años de gobierno y no se ve claro. ¿Cómo llegaremos ambientalmente hablando a finales de este gobierno?

Por Gustavo Alanís Ortega, Director Ejecutivo del Centro Mexicano de Derecho Ambiental (CEMDA) y Margarita Campuzano, Gerete del Área de Comunicaciones del CEMDA.

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