La campaña de los ideólogos en el sentido de que está en marcha un “golpe blando” en contra del gobierno sube de tono: la semana pasada ya se han referido a quienes osan criticar al presidente como “la derecha golpista”. Lo que se planteó como conjetura se doctoró en juicio comprobado.

Ya no se especula sobre si (quizás) hay indicios de que (posiblemente) algunos malos mexicanos podrían (en una de esas) estar urdiendo un “golpe blando”. Para los funcionarios ultras del régimen (Villamil) y del Partido (los consejeros de su Instituto de Formación Política (Taibo, Dussel, Barajas El Fisgón, el escritor Fabrizio), este plan macabro para desestabilizar al gobierno se divulga sonoramente, sobre todo en los programas de televisión presididos por el animador Ackerman que, además de ser también consejero de ese Instituto, es esposo de la ministra y pujante precandidata presidencial Sandoval.

Esto del “golpe blando”, una caricaturización histéricamente cargada de conspiracionismo, carecería de relieve si no estuviese azuzada por el discurso presidencial que insiste en caracterizar a sus críticos como sus “adversarios” (y, por tanto, de la Patria). Ese disparate ya cambia su involuntario sentido del humor por un calculado sentido inhibidor.

Comenté la semana pasada que este nuevo conspiracionismo se construye sobre las teorías de un desopilante ideólogo llamado Thierry Meyssan que engorda conspiracionistas frenéticos en el mundo por medio de su políglota Red Voltaire –con sede en Líbano y Siria—y por la televisión oficial rusa (RT). Lleva años sosteniendo, por ejemplo, que los ataques del 11 de septiembre no fueron realizados por terroristas, sino por militares norteamericanos ávidos de imponer una dictadura imperialista mundial y que quien diga lo contrario hace “fake news”.

La luminosa cabeza que confeccionó esa teoría es la misma que, pervirtiendo las teorías de Gene Sharp, convenció a los líderes bolivarianos y a las populosas “izquierdas” latinoamericanas de que sus gobiernos están amenazados por “golpes blandos” de la gente malvada. Y todos esos líderes comenzaron a repetir el nombre de Gene Sharp como el agente de la CIA que promueve los “golpes blandos” de la “derecha golpista”.

Y, bueno, pues la ultra mexicana se suma a ese cacofónico coro.

Apenas en 2017, el Club de Periodistas de México declaró a Meyssan “personaje universal maravilloso” y le otorgó su Premio Internacional de Periodismo (el mismo año se publicó en México un libro suyo, con prólogo de otro maravilloso universal, un señor Jalife-Rahme). En un divertido video visible en YouTube, el señor Meyssan explicó ante ese Club que el gran complot internacional imperialista quiere trasladar a México sus políticas en Medio Oriente. Ovación.

A Sharp lo acusaron de activar “golpes blandos” de la CIA en China, Irán, Lituania, Serbia, Zimbabwe, Ucrania, Venezuela, Ecuador, Bolivia… Y ahora en la vibrante patria mexicana. El mismo Noam Chomsky (a quien, en teoría, respeta nuestra ultra) denunció la ironía de que “quienes se ven a sí mismos como campeones de los pueblos oprimidos caractericen equivocadamente a los movimientos populares no-violentos como agentes del imperialismo y el gran capital norteamericano” e hizo un llamado a elocuente a “rechazar los falsos alegatos contra Sharp”, cuyo pensamiento “ha inspirado a generaciones en la defensa del trabajador, la paz, el feminismo y los derechos humanos”.

El clásico libro de Sharp, De la dictadura a la democracia, puede ser leído de manera tan elástica que le ha servido lo mismo a activistas que combaten dictaduras de derecha que a las de izquierda; sus reflexiones sobre “golpes blandos” sirven para combatir a un gobierno islamista lo mismo que a una tiranía fascista, siempre y cuando tengan como objetivo alcanzar la democracia (gloso a Stephen Zunes).

Quizás la facilidad con que se ha pervertido el pensamiento de Sharp, tenga su
origen en ese punto. Quizás la decisión de presentarlo en México como agente de la CIA golpista obedezca a las razones por las que lo hicieron Chávez y lo aún hace Maduro: el sentido final de toda lucha es una democracia liberal y crítica, y si es usurpada por un autócrata voluntarista, centralista y adverso a los contrapesos, hay que luchar de nuevo...

En fin, que para la ultra mexicana hasta Chomsky propicie “golpes blandos”, ¿será señal de que vienen tiempos duros?

@GmoSheridan

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